lunes, 6 de enero de 2020

Un experimento.


-Si bien no matamos nunca un animal ni diseccionamos nada, recuerdo que en mi colegio nos pidieron hacer un experimento bastante cruel con una hormiga… ¿lo conoces?

-¿Qué cosa?

-El experimento… ¿Nunca lo hiciste tú?

-No que me acuerde...

-Era para hablarnos de la huella química que siguen las hormigas, que las lleva a andar en fila o seguir ciertas informaciones que han dejado otras previamente…

-¿Y qué hacían?

-Separábamos una hormiga de una pequeña colonia y la poníamos en un lugar con una superficie totalmente libre de huellas químicas, sellada incluso, para que no fuese a captar olores o rastros de otras…

-¿Pero eran olores o huellas químicas?

-Son más o menos lo mismo parece… feromonas… definían dónde ir, qué hacer… incluso el tipo de hormiga que cada una debía ser…

-¿Y qué ocurría con la hormiga?

-Al principio buscaba… Recorría el lugar en cualquier dirección buscando algún rastro, pero si el lugar estaba perfectamente limpio la hormiga se quedaba quieta… ¿has visto alguna vez una hormiga quieta?

-Eh… no… Creo que no…

-Es porque nunca están quietas… ni siquiera duermen… Pues bien, el experimento consistía en eso. Si la hormiga se quedaba quieta llamabas a la profesora y ella te ponía un siete…

-¿Y qué era lo cruel en el experimento?

-¿No lo encuentras cruel?

-¿Crees que la rana que está en el pozo siente necesidad de ver el océano?

-¿Qué es eso…? ¿Una máxima budista?

-Me refiero a que solo se trata de una hormiga que perdió el rastro de las demás… una hormiga quieta… como un hombre en el espacio…

-Creo que no entiendes… Acá se trata de despojar a un ser de sentido… De hacer que se detenga un ser que nunca se detiene…

-Puede ser, pero no me parece crueldad nada de eso…

-¿Y entonces…?

-Un acto de bondad, más bien… de aligeramiento…

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