viernes, 19 de abril de 2019

Contar ovejas.


Por periodos tengo insomnio.

No me gustan las pastillas.

Tampoco me resulta lo de contar ovejas.


Durante un tiempo sirvió el quedar borracho.

Pero no era muy sano.

Y además estoy viejo y ahora existen las resacas.


Lo de las ovejas parece broma, pero lo he intentado en serio.

De pequeño, me lo recomendaron sin darle mayor importancia.

Todavía, por cierto, nadie le da mayor importancia.


Intenté contar ovejas varias veces, pero nunca llegué a tres.

O no llegué, al menos, estando tranquilo.

No es posible contar ovejas.


Intenté explicarlo alguna vez, pero no parecían entenderme.

Y es que las ovejas que contaba no eran iguales unas con otras.

Todas tenían alguna característica singular, por lo que no resultaban intercambiables.


Una oveja pequeña, una oveja grande, una oveja mediana…

Una muy blanca, otra con manchones, otra casi negra...

Una silenciosa, otra que salta balando, otra que apenas salta…


¡No sé cómo alguien puede contar ovejas…!

Es imposible contar ovejas.

Y mucho menos dormirse, contándolas.


Una vez olvidé esto y postulé para un trabajo de pastor, en Nueva Zelanda.

Todo iba bien hasta que en la entrevista final se me ocurrió hablar de mi problema.

Entonces me dijeron que me llamarían, pero aun no me han llamado.


Debo confesar, sin embargo, que cada cierto tiempo vuelvo a intentar contar ovejas.

Lo hago principalmente para ver si yo mismo he cambiado.

Pero no sé si alegrarme o desesperarme cuando descubro que todavía soy el mismo.


Hace unas horas, por ejemplo, lo intenté por última vez.

Y aparecieron ovejas trasquiladas, una afro y hasta una coja.

De hecho, ayudé a saltar a esta última, y justo entonces, amaneció.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales