domingo, 7 de abril de 2019

¿Para qué era el domingo?


No había escrito nada en su agenda hasta que llegó un domingo. Se había comprado una con gran espacio para anotar reflexiones y lo cierto es que tras varios meses las hojas seguían en blanco.

¿Para qué era el domingo?, pensó entonces, y luego lo escribió. Entonces observó lo escrito y le gustó la frase, luego siguió: ¿Es para ir a misa…? Pues supongamos que Dios lo creo para ir a misa. Pero ¿y después? ¿Es para almorzar en casa? De acuerdo, digamos que Dios lo creó para almorzar en casa... pero ¿y después…? ¿Para qué era el domingo…?

Como no estaba muy seguro de cómo continuar, probó con varias frases que escribió en una hoja aparte, pero que no lo convencían. Además en todas aparecía la figura de Dios creando el domingo y no podía alejarse de aquello.

Estuvo así largo rato hasta que le ocurrió probar con otros días. Y es que tal vez su reflexión –pensó-, podía transformarse en un texto interesante, si pasaba por cada uno de los días.

¿Para qué es el lunes? Escribió entonces, en la hoja del lunes. Luego siguió preguntándose por el martes, el miércoles y así hasta el domingo. Luego pensó en resumir, ¿para qué es la semana? O ¿para qué es el mes? O incluso, ¿para qué es la vida?

Sin embargo, tras varios intentos, no se le ocurrían más que pequeñas frases que no conducían a ningún sitio.

Así, frustrado, dejó finalmente su texto a medio terminar, y no volvió a escribir en la agenda que quedó abandonada en un cajón del escritorio, junto a una caja con clips y a una pipa de madera, que nunca había utilizado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales