miércoles, 9 de enero de 2019

Un pasadizo secreto.


Me quedé un par de semanas en Austria en una casa muy grande y antigua en la que descubrimos un pasadizo secreto.

Igual que en las películas, el pasadizo tenía una entrada oculta por el interior de una chimenea falsa, y debe haber medido unos treinta metros.

Lo encontré de casualidad, mientras intentaba sacar fotografías desde ángulos extraños, al interior de la casa.

El pasadizo era angosto, pero –salvo la entrada-, tenía la altura suficiente para transitar por él sin mayores problemas.

Cuando llegó la noche le dije a T. que nos escabulléramos y fuésemos a ver dónde conducía.

En la casa los demás se acostaban muy temprano, así que no sospecharon nada.

Fue entonces que calculamos el largo del pasadizo y reconocimos sus características, aunque nos decepcionamos bastante cuando descubrimos que –a pesar que avanzamos todo el tiempo-,  el pasadizo nos llevaba nuevamente al punto de partida.

-Esto no es un pasadizo –dijo T., molesta-. Si te lleva al mismo sitio no es un pasadizo.

Yo no estuve tan de acuerdo, pero no quise discutir.

Estuvimos dos días más en el lugar y la última noche le dije que fuésemos nuevamente al pasadizo.

-No es un pasadizo –insistió. Y se negó a ir.

Yo fui de todas formas y hasta me quedé un rato en el interior, pensando en T., en nuestro viaje y en el regreso a casa, en pocos días.

Con la sensación de que algo no encajaba, en todo aquello.

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