viernes, 4 de enero de 2019

Un cuerpo en una bañera.


Encontraron el cuerpo en la bañera. Las fotos salieron en el periódico. Era una bañera antigua, de esas con patas, que a mí al menos me dan la impresión de ser un animal. Dentro de ella estaba el cuerpo que en la foto se ve cubierto por un plástico negro aunque si observas con cuidado puedes apreciar un brazo colgar a un costado. También es posible observar salpicaduras de sangre en las paredes, aunque al ser una foto en blanco y negro pierde mucho su espectacularidad.

Yo recorté la foto y la guardé porque una vez leí sobre una especie de terapia que servía para superar ciertos problemas. La terapia consistía en asociar un conflicto con un hecho concreto, que muestre el fin o la destrucción de algo. Por ejemplo, puedo pensar que un problema es un pequeño poblado en Indonesia, y luego ver cómo ese poblado es arrasado por un tsunami o destruido por la erupción de un volcán.

En este sentido, se recomienda asociar a las personas que son parte de un problema –o el problema en sí mismo, incluso-, con personas que han fallecido, ojalá de forma violenta en el último tiempo. Y claro, eso es lo que hacía yo al guardar aquel recorte del cuerpo encontrado en la bañera. Tener pruebas de la muerte de ese algo –o alguien-, que había decidido dejar atrás.

¿Qué pienso hoy al mirar la foto?

Pues no sé. Puede que no me crean, pero ni siquiera recuerdo a qué persona maté en esa bañera.

Solo pienso que la bañera parece un animal abierto dentro del cual han encontrado un cuerpo.

Un cuerpo que ha sido cubierto.

Nada más.

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