jueves, 17 de enero de 2019

Un loro andando en bicicleta.


La gente aplaude y ríe porque ve un loro andar en bicicleta.

La situación ocurre en un show que se daba en la sala de un gran casino.

Solo estamos ahí unas cuarenta personas, los otros miles están viendo un concierto, en el gran salón de espectáculo.

Yo estoy ahí porque supe que Regina Spektor se hospedaba en secreto en el hotel del casino.

Y me dieron el dato que ayer bajó dos veces a este salón y pidió una infusión extraña, con cierto tipo de té, leche, jengibre y ralladura de naranja.

Dos horas después de llegar estaba ahí, en el salón pequeño, entre la gente que aplaude porque ve un loro andar en bicicleta.

También ríen porque al loro lo visten como cowboy y le ponen unas pistolas a los lados, mientras camina tambaleándose.

Quien dirige al loro casi no habla.

Al parecer es ruso, por el acento, que se escucha cada vez que pide aplausos para Trotsky.

Y claro, Trotsky es el nombre del loro que anda en bicicleta.

También hay otros loros, claro, y un canario y hasta un guacamayo que aún no sé qué hace.

Por cierto, no veo a Regina Spektor.

Tampoco quiero hablarle ni nada, solo verla.

Tranquila, bebiendo una infusión con ralladura de naranja.

Para saber cómo es, entonces, pido una.

Cuando la traen, veo que llevan otra exactamente igual hasta la mesa que está atrás.

El loro que anda bicicleta está ahora bailando como Michael Jackson.

Casi todos, vuelven a aplaudir.

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