sábado, 11 de agosto de 2018

Sin semillas.


I.

Están creciendo plantas en un lugar donde no arrojé semillas.

Da para metáfora, pero el asunto ocurrió tal cual.

La lluvia regó las tierras y de pronto había brotes.

Yo no les pedí y salieron.

Yo no los cuidé.

Yo no arrojé semillas.

Están creciendo y yo dejé de hacerlo.

Y esa es, en parte, toda la verdad.


II.

La planta más crecida dio unas flores blancas.

Yo no la regué, pero ellas brotaron igual.

Luego las flores dieron lugar a un fruto.

Uno pequeño, es cierto, pero fruto al fin y al cabo.

Pensé en probarlo, pero luego consideré que no me pertenecía.

Mientras me decidía, unos pájaros se lo comieron por mí.

No sé si volverá a brotar.


III.

Demoré dos meses en regarlas.

Hasta que un día lo hice, sin siquiera pensar.

Y es que me había propuesto no preocuparme de ellas.

Quería ver si podían crecer así.

Si podían arreglárselas solas.

Y la verdad, en todo caso, es que podían de lo más bien.


IV.

Ahora, no sé bien por qué las cuido.

Y es que no las planté y además sé que no me necesitan.

Brotaron porque sí.

Brotaron sin semillas.

Sé eso, pero igual las riego.

Están creciendo y yo dejé de hacerlo.

Y estoy convencido que eso es, en parte, toda la verdad.

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