jueves, 30 de agosto de 2018

El mismo.

“Una vez,
mientras contaba lo sucedido,
me dijo que su historia
había tenido un final feliz”

Fue al doctor porque le dejaron de crecer las uñas y el pelo. Tras varios meses en que no se percató, un peluquero amigo le hizo un comentario y comenzó a observarse. Tras comprobar que era cierto se pidió permiso en el trabajo y fue al médico. Entonces se realizó varios exámenes y hasta comenzó a rezar nuevamente después de varios años. Al parecer, él pensaba que se trataba de un tipo de cáncer. No se lo dijo a nadie, pero siempre creyó que lo que le ocurría era síntoma de algo grave. Finalmente, los exámenes arrojaron que no se trataba de algo peligroso, sino de falta de colágeno y otras sustancias. Le dijeron que estuviera tranquilo, que comprara unos suplementos y de todas formas agendó nuevos exámenes. Pasaron varias semanas y la situación no mejoró. Diariamente medía el largo de su pelo y observaba sus uñas, pero no registraba cambio alguno. No dio detalles en su trabajo ni en su familia, pero todos se daban cuenta que él ya no era el mismo. Los nuevos exámenes volvieron a descartar situaciones de peligro, pero él no confiaba en ellos. Cambió de doctor y renovó exámenes. También cambió su alimentación y hasta sus hábitos diarios. Horas de sueño, actividad física y reuniones sociales. Finalmente, tras más de un año sin mejoras, un día descubrió que el pelo había crecido. Luego lo notó en sus uñas. Semanas después dejó las pastillas e incluso debió ir al peluquero. Volvió a cortarse las uñas. Se sintió mejor las primeras semanas aunque luego el alivio dejo de ser novedad. Volvió a centrarse en su trabajo y su vida familiar. Les confesó incuso, a modo de anécdota, lo que le había ocurrido durante aquel tiempo. Nadie le dio mayor importancia y hasta se sintió absurdo de haberse preocupado. Así, poco a poco, volvió a ser el mismo. 

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