jueves, 23 de agosto de 2018

Ayer fui donde F.


I.

-Ayer fui donde F., para que me leyeran la mano.

-¿Crees en esas cosas?

-No. Pero fui igual.

-¿No es absurdo ir si no crees?

-Tú no crees en tu trabajo y tienes horario fijo.

-Eso es otra cosa.

-Puede ser.

-Definitivamente es otra cosa…

-No voy a discutir por eso.


II.

-¿Y te la leyó?

-¿Qué?

-La mano.

-Sí.

-¿Cuál es la que se lee?

-La izquierda, parece. No recuerdo.

-¿Te dijo algo interesante?

-¿Sobre qué?

-No sé… ¿del amor?

-No pregunté por eso.

-¿Trabajo?

-Tampoco pregunté por eso.

-¿Tampoco preguntaste por la familia, supongo?

-No. Tampoco pregunté por la familia.

-Ya.


III.

-¿De qué te habla, F.?

¿Cómo…?

-F., ¿de qué te habla cuando vas a verla?

-¿Cuándo te lee la mano?

-Sí.

-Pues no sé… de uno mismo, supongo.

-¿Y no de la familia, ni el amor ni el trabajo?

-No. O sea, no si no le preguntas.

-¿Y qué te habla de ti mismo?

-No entiendo.

-Si no te habla de esas cosas… ¿qué es lo que te dice de ti mismo…? ¿cosas de tu salud? ¿tu futuro?

-Mmm… creo que tampoco pregunté por la salud… y no sé si podría decir que hablamos del futuro…

-Ya…


IV.

-Oye, ¿y sabes cuánto está cobrando?

-¿F.?

-Sí.

-¿Por leer la mano?

-Sí.

-No sé bien. A mí me pidió un aporte voluntario.

-¿Y sabes en qué horario atiende?

-No estoy seguro… ¿te doy su número?

-¿De teléfono?

-Sí po, de teléfono.

-Bueno… te lo mando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales