miércoles, 15 de agosto de 2018

Ni en lo más mínimo.


Trabajé en un colegio donde me exigían llenar ciertas hojas cada vez que atendía al padre o madre de un alumno. No hablo de poner una observación en el libro y pedirle que firme o tomar algún apunte, sino que era un proceso realmente engorroso donde había que contar una especie de historia del progenitor, interpretar la manera en que veía el mundo y a su hijo, además de observaciones sobre toda índole de aspectos que hubiesen dejado satisfecho a cualquier psicoanalista o biógrafo que hubiese tomado apuntes para su trabajo.

Desconociendo si los otros profesores llenaban o no esas hojas yo hacía lo indecible por hacerlo, hasta que poco a poco me empecé a relajar dándome cuenta que nadie las leía.

Primero comencé a transformar algunas entrevistas reales, agregando algunas anécdotas o comentarios que pertenecían a mi invención, luego comencé a atribuirles frases o a incorporar pequeñas historias ficticias, hasta que en un último periodo inventé incluso algunas entrevistas a supuestos padres famosos.

Fue así que entrevisté, por ejemplo, a Madame Bovary, al padre de los Karamazov o hasta al padre de Galileo, de quién me sorprendieron algunos datos que encontré, investigando un poco.

La mayoría de esos datos decían relación con la música. Y es que en esta área, el padre de Galileo alegaba contra la estructura de la música medieval que había relegado a las “armonías puras sentidas por el oído”, a un segundo orden. A partir de lo anterior, atacaba el excesivo fundamento matemático y hasta filosófico que se pretendía debía tener la música, en detrimento de la experimentación musical en base a la observación.

Quizá fue esto lo que me llevó, en esa oportunidad, a escribir incluso un reclamo por parte de ese supuesto padre contra la excesiva teoría que regía algunos contenidos, razón por la cual casi me descubren pues, a diferencia de esas otras fichas, los reclamos debían ser respondidos en un plazo que la gerencia de dichos colegios estimaba preciso.

Fue así que le respondieron al padre de Galileo una respuesta tipo (un formato único que decía que su sugerencia fue bien recibida y sería tratada en el consejo de profesores próximo), y como el personaje esta vez se mostró conforme con la respuesta el asunto no pasó a mayores, y nada cambió –lamentablemente-, ni en lo más mínimo.

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