domingo, 4 de noviembre de 2012

Vian & el bálsamo de Fierabrás.



Haciendo orden encuentro unas fotos de pequeño.

Está mi madre, estoy yo, está la casa.

Y los detalles de la casa.

Sobre una cómoda que había en la pieza de mi madre aparece el jarabe.

Una botellita verdosa que contenía un remedio que tomé innumerables veces, igual que esos brebajes a los que acudían los caballeros medievales tras salir heridos en batalla.

El bálsamo de Fierabrás, lo nombraba don Quijote.

En mi caso –mucho menos heroico, por cierto-, recuerdo haberlo tomado cuando tenía amigdalitis, aunque mi memoria insiste en relacionarlo con cualquier tipo de dolencia.

De hecho, recuerdo que una vez tomé a escondidas lo que quedaba de aquel frasco.

No estaba enfermo, sin embargo, aquel día.

Lo que sucedía, según explica mi madre, es que yo había querido saber qué pasaba si uno se mejoraba estando sano…

O al menos eso afirma ella que fue mi explicación, en aquella oportunidad…

¡Quién lo diría…!

El bálsamo de Fierabrás.

¡Cuánto lo necesité algún día!

Se hacía con romero, aceite, sal y mucho vino, según recuerdo.

Sobre todo mucho vino.

Si un caballero resultaba partido en dos, explicaba el Quijote, bastaba con untar las dos partes del cuerpo y volver a unirlas.

Quita todos los males de la humanidad, decía el de la triste figura.

Todos los males.

Pero… ¿qué pasa si lo tomas o te untas estando sano? ¿O qué pasa si te lo tomas, pero no eres tan noble como un caballero andante…?

¡Pésimas contraindicaciones…!

De hecho, yo creo que me partí por dentro.

...

Se hacía con romero, aceite, sal y mucho vino.

Sobre todo mucho vino.

Es así de simple.

Si conocen a alguien noble díganle que lo use.

Puede curar los males de la humanidad.

¡Todos los males!

1 comentario:

  1. Jajaja... al parecer sólo funciona con caballeros o gente muy fina. Me recuerda a esos jarabes de pésimo gusto que tantas veces me vi obligada a beber.

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