«Ahora todos
saben cómo encontrar el sentido de la vida
dentro de uno
mismo. Pero la humanidad no siempre
fue tan
afortunada. Hace menos de un siglo
los hombres y las
mujeres no tenían fácil acceso
a las cajas de
rompecabezas que llevan dentro.»
K. V.
Me he emocionado hasta las lágrimas con el cuento El rey que decía por favor, de Otto Wingarden.
No solo porque es el primer texto literario del que
hasta hoy solo conocía como un teórico de la educación, sino porque dicho texto
parece dar en el centro de un problema sutil que no muchos parecen dimensionar
en su real magnitud. A saber: la necesidad de reinventar lo que entendemos como
afecto y la relación con el prójimo.
Así, lleno de situaciones tiernas y de personajes
que parecen mirar directamente al lector, El
rey que decía por favor nos cuenta la historia de un gobernante que –valga la
redundancia-, no podía evitar decir “por favor” luego de dirigirse a sus
súbditos, poniendo en peligro así, según se señala en el texto, su propia y real naturaleza.
El cuento, aparentemente destinado a la lectura
infantil, gira de esta forma en torno al cuestionamiento que podemos realizar
respecto a quiénes somos nosotros mismos. Y es que el rey, convencido de que el
impulso que lo lleva a decir por favor es esencialmente suyo, prefiere cuestionar
su propia condición de rey, y hasta su naturaleza humana, antes de acallar lo
que su interior le señala como correcto, ante la relación con el prójimo.
“Quizá
no solo no soy un rey, pensaba el rey, sino que es posible que sea apenas
una
creación de mis ministros, igual que esa máquina de calcular impuestos
o
la estatua que está en el jardín y que tira agua por la boca…
Igual,
salvo porque yo nací con un error que se activa cuando veo los ojos de mis
súbditos
o cuando
intuyo que dentro de ellos hay algo tan valioso como el reino entero…”
Por último, me gustaría destacar el trabajo de
ilustración que acompaña al texto –un amigo me lo envió escaneado, pero no
encuentro la referencia a la persona encargada de la ilustración-, y el trabajo
de la recientemente reactivada fundación Wingarden, a través de cuya gestión
esperamos poder tener este libro prontamente entre nosotros.
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