Son innumerables
las cosas que están demasiado lejos.
Cuesta distinguirlas, incluso,
en la distancia.
No es que se olviden.
No es que hayan sido abandonadas.
Lo que ocurre simplemente
es que no podemos
llevarlas con nosotros.
Nombres.
Fotografías.
Cuadernos apenas conservados.
Un dibujo de familia
hecho con lápices de cera.
Cosas, como decía,
que están demasiado lejos.
Poco importa incluso,
que estén distantes
de varias formas…
Poco importa que la transformación
renueve las distancias:
Un cuarto en que vives con tu
hijo.
Un cuarto vacío.
Un cuarto lleno de libros.
Una biblioteca.
Después de todo,
lo único verdaderamente peligroso
es descubrir un día
que tú también te olvidaste
demasiado lejos.
Y es que las cosas,
en la distancia,
ya no resultan peligrosas…
Es decir,
pierden su peso,
su realidad
y hasta la forma tan extraña que tenían
de hacerte llorar
sin explicación alguna…
Ahora son huesos,
simplemente,
o eso al menos
parecen a la distancia…
Luces discontinuas.
Estrellas muertas.
¡Cosas que están demasiado lejos…!
Un dibujo de familia
hecho con lápices de cera…
No es que se olviden.
No es que hayan sido abandonadas.
Lo que ocurre simplemente
es que no podemos
llevarlas con nosotros.
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