jueves, 18 de agosto de 2011

Nada me bendice, o las conversaciones inconclusas.

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.

¿Hay alguien que sepa exactamente
lo que ama?
.

I.

-¿Te acuerdas en qué película salía Anna Karina llorando en un cine?

-¿Anna Karina?

-Sí.

-¿Llorando en un cine?

-Sí.

-¿Y por qué lloraba?

-No lo recuerdo bien… creo que veía Juana de Arco.

-¿Y lloraba también Juana de Arco?

-Mmm… creo que sí.

-¿Y llorabas tú?

-¿Yo?

-Sí…, viendo a Anna Karina, me refiero.

-Quizá sí… no lo recuerdo bien.

-Pues yo tampoco lo recuerdo…

-¿Qué cosa?

-El nombre de la película.

-¿Cuál película?

-…


II.

-¿Te has fijado en los rostros amargos de las mujeres fieles?

-¿A qué te refieres por amargos?

-A que parecen reprocharse algo, o dudar…

-¿Hablas en serio?

-Sí…, o sea, son mis impresiones…

-Pero, ¿crees en tus impresiones?

-…

-¿Tienes fuego?


III.

-Lo que pasa es que nada me bendice.

-¿Nada te bendice?

-No. Nada.

-¿Y por qué algo debería bendecirte?

-No lo sé…, pero lo siento necesario…

-¿Sirve si yo te bendigo?

-¿Tú?

-Sí. Yo.

-Mmm… no creo… sería como si para creer metiésemos los dedos en nuestras propias llagas.

-Pero tú no tienes llagas.

-No. No tengo…

-Quizá eso sirva como una bendición… ¿no crees?

-…


IV.

-Uno se agarra a la experiencia, pero es absurdo… Es como la historia que contaba el barón Munchaussen…

-¿Cuál historia?

-Una que le sucedió cuando intentó saltar con su caballo un abismo demasiado ancho.

-¿Y qué paso entonces?

-Viendo que iban a caer, el barón apretó al caballo con las piernas y se levantó a sí mismo de los cabellos, en pleno salto, para levantarse e impulsarse al otro lado…

-Pero eso es absurdo…

-¡Claro que es absurdo…! Pero solo como agarrarse a la existencia, nada más.


V.

-Lo que pasa es que a ti no te gusta decir las cosas claras.

-Pero es que las cosas no son claras… no de la forma que tú esperas, al menos.

-¿Y entonces para qué decir las cosas si no son claras?

-¿Prefieres entonces que no las diga?

-A veces sí…

-Lo malo es que te equivocas. Un día te voy a demostrar que ser poco claro es otra cosa.


VI.

-¿Y cómo ocurrió? –le pregunto.

-¿Qué cosa? –me dice.

Y ambos olvidamos de qué hablamos.

4 comentarios:

  1. ooh, conversaciones inconclusas que estresante! pero lo deja a la imaginación :)

    saludos, cuídate!
    Buenos diálogos!

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  2. a que te refieres cuando no te refieres?
    (una versión muy precaria de una pregunta mucho mas linda de gonzalo rojas)

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  3. me gusta... nadie sabe exactamente nada

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  4. mmm...sigue siendo difícil el tránsito de lo que se piensa o siente a la verbalización...
    ah...las viejas abstracciones, imposible huir.
    Saludos..
    (*no he podido alcanzarte, ya tendré mas tiempo y lo leeré todo*)

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