viernes, 5 de agosto de 2011

El mimo que habló, y otras palabras.

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I.

Justo en la esquina por la que debía cruzar, en el centro de Santiago, me encuentro detenido frente a un gran número de personas. No sé por qué se reúnen ahí, pero lo cierto es que me incomodan esas aglomeraciones, petrificándome, generalmente, ante ellas.

-Es segunda vez que le sucede –me dice entonces un vendedor de periódicos que se encontraba al lado mío.

-¿Qué cosa? –pregunto.

-Lo de ponerse a hablar… -me dice-. La vez anterior fue hace como seis meses.

-¿De quién habla?

-Del mimo –me explica-. El mimo que trabaja en esta esquina prácticamente todos los días…

-¿Todo este revuelo es porque se puso a hablar un mimo?

-No es solo eso… –me dice el vendedor, como extasiado-. Se trata de sus palabras… la forma en que habla…

-¿Usted ya lo escuchó?

-Sí –me responde-. La vez anterior. Pero duele oírlo, sabe… Imagínese: seis meses viendo pasar gente en el centro de Santiago, seis meses sin una palabra, y de pronto no puede retener más, y entrega la verdad…

-¿Cómo “la verdad”?

-La verdad –repite, como si con eso la definiera-. Yo creo que uno cuando mira en silencio la descubre, y luego se tiene la obligación de compartirla…

Tras su explicación, me quedo en silencio un rato, mientras el vendedor se aleja unos pasos y yo pienso en acercarme hasta el mimo y escuchar qué dice, pero para cuando me decido todo parece volver a la normalidad. La gente vuelve a transitar y el mimo vuelve también a estar en silencio.


II.

No me gustan los mimos. Aunque menos aún me gustan los predicadores.

Hay algo en ambos que considero falso. Algo común.

No lo digo por la historia del mimo anterior, además no me consta nada de lo que de él me dijeron… pero el asunto ese de la verdad y de hacer con ella algo así como una digestión silenciosa antes de poder decirla, no me convence en lo más mínimo.

No sé bien por qué, pero lo relaciono con algo que hablaba el otro día con una chica, referido a su trabajo. Y es que ella me contaba que trabajaba de anestesista, y que debía ir antes de las operaciones, con los pacientes, pues era la encargada de aplicar la anestesia general, y esperar hasta que ellos se durmieran.

-Es un momento extraño –me contó ella, esa vez-. A veces, según el tipo de paciente, debes quedarte hablando con ellos, hasta que se duermen, y justo en el momento ese en que comienzan a perder el sentido racional de lo que dicen, parece haber algo cierto en sus nuevas palabras… algo que queda inconcluso, de todas formas, pero que ha comenzado varias veces a ser dicho… y que no sé cómo explicar…

Luego ella me daba unos ejemplos, y me explicaba también que cada vez que los pacientes se dormían, ella sentía como si se hubiesen muerto, y que ese era todo su trabajo. Estar al lado suyo, hasta que terminaban de morir. O comenzaban a hacerlo.

Ese era su trabajo.


III.

No sé cómo se establecen las relaciones entre las cosas ni cuál es la forma correcta de extraer sus significados.

Por eso, a veces me limito a contar algunas cosas que observo o que me suceden directamente, pero sin hacer explícito lo que yo entiendo de ellas, ni enunciando el sentido que tienen en mí.

Tal vez ocurra que soy también un poco como el mimo, en el fondo, o como esos pacientes que siguen hablando hasta que la anestesia los duerme y dejan sus historias a medio terminar.

De todas formas –y esto quizá me sirva de consuelo-, creo que en realidad todas las historias no están nunca terminadas, y que cualquiera que confía en la palabra “fin”, que aparecía en los cuentos de antaño, está en el fondo enterrando a alguien que tal vez se encuentra anestesiado, pero que dista mucho de estar listo para ser dejado bajo tierra.

Eso es lo que creo.

Mientras, sin embargo, me limito a contar parte de aquello que observo, sin cerrar ningún posible acceso a esas historias, o sucesos. Por lo que la palabra fin, es el único término que excluyo totalmente, de este territorio.

Elija usted, por tanto, que palabra poner ahora, en el supuesto cierre de esta entrada.

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1 comentario:

  1. Quizás, continuará...

    P.d
    la poesía de tu prosa me resulta muy especial.Me gusta :)

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