miércoles, 19 de mayo de 2010

Experimento con humanos.

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Lo confieso. Hago experimentos con humanos.
Experimento y además no soy muy metódico en el asunto: carezco de hipótesis, no suelo llegar a conclusiones y mis objetivos no están siempre bien establecidos.
Confieso también, por lo tanto, que no soy bueno haciendo experimentos. Pero igual los hago.
Para el último tomo dos grupos de sujetos como muestra:
a) La primera muestra corresponde a alumnos de un cuarto medio diferenciado a quienes hago el curso "Literatura e identidad". Los alumnos en cuestión, asisten a un colegio particular pagado y tienen una edad relativamente uniforme que bordea los 18 años.
b) La segunda muestra corresponde a alumnos de nivel tercero-cuarto medio de educación para adultos vespertina, donde también hago clases, esta vez un taller donde se trata una unidad de identidad en este momento. El colegio es municipal, está catalogado como de desempeño difícil, y los alumnos tienen edades que fluctúan entre los 18 y los 40 años, aprox. (al menos los de ese taller).
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Como actividad -llámese experimentación o como el lector desee-, cada alumno debe presentar una serie de elementos simbólicos (objetos, colores, referencias) que permitan un análisis de distintas etapas de su vida. Los alumnos las presentan al curso -ya sea en forma de un escudo personal o tomando otra modalidad- y exponen sobre las distintas etapas de su vida, incluyendo por cierto, su presente y la visión de futuro que poseen. Una de las ideas relacionadas con la evaluación está vinculada a su vez con la reflexión que se establece entre significante-significado y el funcionamiento simbólico que trasciende al signo lingüístico, y que forma parte de una experiencia... y etc.
Pero el experimento que hago aquí es también otro.
Y de hecho yo también me someto al experimento aunque dejo mis análisis fuera.
Hablemos mejor del comportamiento de las muestras.
Los sujetos de la muestra A se muestran tranquilos en su exposición, no suelen dar muchos detalles, pero tienen objetos concretos, -viajes, experiencias, juguetes, en sus épocas infantiles- que los acercan a ciertos sentimientos generales. No ven claro el futuro, pero tienen ciertas ideas base entre las que se cuenta el estudio y la familia, como algo más lejano por cierto, que se reproduce a menudo.
Sus experiencias, si bien disímiles, dan cuenta de sensaciones similares, establecidas entre ciertos parámetros entre los que no cabe, -no parece tener cabida al menos-, el desequilibrio.
Más allá de que no haya habido un entusiasmo con la actividad siento que hay cierta comodidad general al exponer sus vivencias, aunque en ocasiones cuesta llegar desde éstas a sus emociones, o a la manera en que esas significaciones están asociadas a recuerdos sensitivos hoy en día.
La muestra B, en cambio, pone mucho mayor interés en la actividad, más allá que la exposición de sus vivencias genere diversos conflictos. Sus objetos de referencia son menos concretos: prevalecen los colores o los elemntos abstractos por sobre elementos concretos o situaciones concretas, al menos en la primera representación. Por el contrario, al momento de explayarse sobre ellos, los sujetos de esta muestra llegan fácilmente a experiencias relacionadas con sensaciones claras, generalmente conflictivas y dolorosas, lo que lleva generalmente, a que más del %50 de la muestra termine desequilibrando su estado emocional, más allá de que los aspectos más conflictivos de sus vivencias, según lo que ellos mismos expresan, han quedado fuera de lo expuesto.
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¿Conclusiones?
¿Experiencias particulares?
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No hay conclusiones. Sólo sensaciones.
Palabras, dibujos y colores que dan vuelta cuando intento asimilarlas y verlas de una forma que no sea la impuesta por la distancia que supone todo experimento.
Y es que he de confesar también que al experimentador le duele todo esto. Le agrada también, es cierto, y hay momentos sólidos y reconfortantes tanto para él como para quienes participan del proceso.
Pero al experimentador le gustaría quedarse con algunas historias. Una chica de la muestra A que hablaba de su muñeca pepona, con quien intercambiaba ropas, o la atención que le ponían sus padres de pequeña. Me gustaría quedarme con eso y hacer una historia. Jugar a que la niña se intercambió, que la muñeca fue llevada por los padres a otro lado. Que conoció un mundo nuevo, y etc.
Pero no quiero evadirme. No quiero intercambiar eternamente ropas con el muñeco del experimentador.
Y es que no sé qué hacer o qué decir con otras historias. Con la rabia y la desconfianza de una chica de la muestra B quien por falta de recursos y una mala atención terminó perdiendo a su hijo recién nacido. Me gustaría decirle algo cuando habla de su ecografía, de como fue verlo muerto y tomarlo entre sus brazos. De como vio que su atención fue mala, que era cosa de dinero, como concluye. Con qué cara le digo que el dinero no vale nada si para ella el dinero valía un hijo. Cómo le digo que me mire con confianza, que crea en los demás, que hay las mismas oportunidades para todos.
Cómo le digo a esa otra chica que tiene un hijo de meses a quien han operado varias veces y tiene aún las costillitas abiertas, pues no conviene soldarlas antes de la próxima operación. Que puedo decirles si ese hijo es lo único que tienen. Si en todo lo que han confiado han sentido un rechazo.
Qué puedo decirles del futuro a esos que sueñan, -sigo en la muestra B- con estudiar algo en la universidad y el camino se les hace difícil, qué le digo al que me cuenta que debió pasar un año en la cárcel por echarse la culpa de algo que hizo su padre, y que éste, en vez de agradecerle, los abandonó hace unos años y no ha sabido más de él... Qué le digo a la niña que llora cuando recuerda que su madre dejó de hablarle y el pololo la abandonó cuando supieron que estaba embarazada y nadie le tocó la guatita durante todo ese proceso.
Y es que me gustaría ser algo más, ser un profesor que tenga respuestas para esas preguntas que a veces hacen en medio de sus relatos, saber algo más que gramática, historia de la literatura, ortografía. Decirle algo más a aquel que sueña estudiar arquitectura y que lo escribe arquetestura, y que no me atrevo a corregir. Quizá porque en su sueño está bien escrito, y es un camino bello, un sueño que puede nombrar de la forma que sea. No tengo esos conocimientos. Nunca aprendí como se escribían el nombre de sus sueños, o de sus hijos perdidos, nuca aprendí el nombre del sentimiento que produce que tu padre te abandone y no puedas dejar de quererlo y seguirte acordando de cuando una noche miraban juntos las estrellas.
No. No tengo las palabras. Me gustaría escucharles, como a los otros, que quieren viajar. Saber que, como los otros, pueden tomarse un tiempo y elegir. Pero no puedo.
Y es cierto, la muestra A no es culpable de lo que le sucede a la muestra B. Sus sueños también son puros... pero hay algo entre esas dos muestras, algo entre esas personas, entre sus sueños: algo que se ha quebrado en infinidad de fragmentos y que soy incapaz de rearmar.
Y sí. Trato de querer a ambos. Me nacen afectos porque todos ellos tienen derecho a lo mismo. Y me gustaría ser un profesor que les entregue ciertas respuestas, o que les dé pistas al menos, para que puedan encontrarlas por ellos mismos.
Me gustaría regalarles algo. Pero no tengo nada excepto yo. Y para regalo estoy algo deteriorado. Y no soy ejemplo de nada, tampoco.
Eso también lo confieso.
Y me gustaría confesar que quiero igual a ambos grupos, pero sé que mi afecto es necesario y valioso más para unos que para otros. Al menos en las condiciones actuales.
Y bueno, a ese lugar debo ir ahora.
Salgo en unos minutos y espero que salga algo provechoso hoy día.
Y voy expectante. Como un científico que sabe descubrirá algo nuevo.
Voy expectante porque experimento con humanos.
Y los resultados de estos experimentos me asombran, y me duelen, cada día.
Afortunadamente me duelen y me asombran cada día.

2 comentarios:

  1. Por qué esto se parece tanto a una de mis crisis? Acabo de volver del Colegio de mis hijos, con un temor muy grande. Y es que me sentí observada, hasta el punto de caer en la paranoia. Tal vez han sido demasiadas emociones juntas en los últimos días y por eso no entiendo mucho lo que está pasando. Tengo un poco de miedo...

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