martes, 4 de mayo de 2010

Muerte y resurrección de una chinita.

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Me duele el rostro. Ayer me dormí con la ventana abierta y puede ser que me haya llegado aire helado. Aunque también puede ser que sean sólo nervios, y la cara esté tirante por esto.
No vi películas hoy y prácticamente no leí nada, sólo unos poemas de Marina Tsvietáieva. Y es que trabajé un poco más de la cuenta. De 8 de la mañana a 6 de la tarde en un colegio y de 7 a 11 de la noche en otro. De hecho, fue mi primer día en el segundo. Educación de adultos, aunque la mayoría sólo son un poco más grandes que mis alumnos normales. Ahora debo revisar unas pruebas y supuestamente preparar clase.
Antes de dormir quiero, sin embargo, averiguar algo sobre las chinitas. Y es que hoy estaba hablando con unos alumnos cuando se me posó una chinita (hace poco había subido una entrada donde decía que ya no sucedía y hoy pasó de nuevo) y que do en la palma de mi mano. La chinita caminaba y se movía. Yo hablaba con mis alumnos. Luego se posó otra china en mi chaleco. Pero me refiero aquí a la de la mano. La del chaleco estuvo un rato hasta que la saqué y la dejé en una planta. Pero con la que se posó en la mano sucedió algo distinto.
En un momento hice una pausa al hablar y miré a la que tenía en la mano. Estaba de espaldas y quieta. Muerta. Mis alumnos la vieron y pensaron que sin querer la había apretado (ahora lo relaciono con algo de un pato que también contaba en otra entrada). El punto es que la chinita estaba muerta, la movíamos y no reaccionaba. Nada. Ahí estaba tendida y con una pequeña mancha a un costado...
La moví. La tomé. Al final la dejé en la mano, y seguimos hablando con mis alumnos. Pasó un rato y sentí algo en mi piel. La chinita estaba moviéndose de nuevo, y mucho más rápido. Sacó las alas y voló al chaleco. Yo miraba mi mano y veía aún la pequeña mancha, y pensaba en la resurrección de la chinita, ante la que incluso se sorprendieron mis alumnos (cosa que es casi más milagrosa que la resurreción del insecto).
Pensándolo más calmadamente, supongo que se tata de un proceso químico. Quizá algún mecanismo de defensa, no sé. Pero en verdad lo único que entiendo es que la chinita estaba viva, luego se murió, y luego estuvo viva. Y que todo fue simple, natural, directo.
Y en todo caso, si fuese un proceso químico, sé, que aquella chinita resucitada era, en cierto sentido, un insecto distinto al que estaba anteriormente. Se comportó diferente, tuvo un ritmo distinto, revivió.
Y verlo así quizá abre una esperanza. Saber que se puede morir y renacer de un momento a otro. Que sí, que es difícil, pero que se puede.
Y sí, no es sólo una decisión. Y no digo que sea fácil: cierro los ojos y trato de sacar energía y me duele el rostro. O intento enfocarme en algunas cosas y sigo enredado en otras que están ahí desde antes, -y al parecer estarán ahí harto tiempo más-. Y en fin, ahí están una serie de cosas que siempre van a dificultar estos procesos... pero qué se le va a hacer... habrá que seguir y aprovechar el momento adecuado, cuando este aparezca.
Y es que cuando no me duela el rostro, cuando el adentro de hoy en día esté más claro y menos triste, espero aprovecharlo con fuerza...
¿y qué puedo hacer mientras, profe?
Practique pues hombre.
Escriba aquí hoy día a pesar del cansancio y de las pruebas y de que lleva 22 horas despierto y que tenga que levantarse en cuatro más.
¿Y para qué y por qué escribo hoy?
Para sacar algo en limpio de este día.
Porque fue el primer día que hizo una clase con una guagua llorando al interior de la sala, y a pesar de eso, creo que le salió bien.
Porque recuerda que la guagua se llama Maite y la sentste parte de ese espacio.
Porque dentro de todo fue un día bueno.
Porque si una chinita puede morir y resucitar usted también puede.
Porque ya van como 45 días escribiendo seguido aquí y sientes que no debes dejar de hacerlo.
Porque quieres darte un último envión antes de revisar las pruebas que te quedan.
Porque de cierta forma es tu forma de dar muerte a este día y esperar uno nuevo mañana.
Porque te queda energía.
Sí, porque de alguna manera cada día te queda energía para hacerlo.
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