martes, 18 de mayo de 2010

El extravío.

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Dentro del libro no tiene mucha importancia, pero hay una pequeña historia, una imagen, en la novela El periodista deportivo, de Richard Ford, que me ha venido a la memoria a partir de algunas cosas que han pasado.

La historia-imagen narrada por Ford, dice relación con un aviso en el periódico. Un gran anuncio en que se veía una mujer, en medio de las páginas de deportes del Times. La foto reproducía a una mujer mayor, con un peinado de los años cuarenta... como si fuese un anuncio de algo -se señala en el libro-, pero el punto es que el anuncio trataba en realidad de una mujer perdida. Una mujer mayor que de un día para otro había desaparecido sin dejar rastro -como tantos- y que de toda esa compostura no había quedado nada, salvo un hombre solo que pagaba porque su foto apareciese ahí, en grande, en medio de las páginas deportivas, sin que nadie comprendiese bien de qué se trataba.

Esto es lo que me ha venido a la memoria pues hoy me he encontrado con uno de estos seres perdidos. Estaba en una especie de plaza, cerca de un paradero donde debía tomar micro para el colegio nocturno donde estoy trabajando algunos días.

La persona en cuestión estaba ahí, fija. Mirando un poco como miran todas esas personas en las fotos de gente perdida, igual que un niño que se ha quedado solo en medio de una tienda porque no ha tomado la mano de su madre y de pronto se descubre solo.

Y es que en ese instante, en ese momento prolongado en que queda el niño justo cuando descubre que su mano está vacía, se encontraba esta persona. Justo antes de que el niño irrumpa en llanto o se afligiese, como en una situación suspendida. O como una desesperación que no fue y quedó colgada, ahorcada en uno esos patíbulos que se montaban en las películas del oeste.

Me quedé un rato observándola. Iba con tiempo así que podía dejar pasar unas cuantas micros. Y esta persona seguía en la misma posición. Es cierto, iría hacia algún lado, hacia ese lugar desconocido donde van todas esas personas para que nadie las encuentre, o para encontrarse entre ellas, quién sabe.

Hace unos años pensé llamar a ese lugar El extravío. Ahí irían niños desaparecidos, abuelos que de pronto nadie de la familia se ocupó siquiera de buscar. Ahí estarían los niños que se morían en mitad del sueño, de esos que simplemente dejaban de existir, de un momento para otro.

Recuerdo que junté casos, que descubrí por ejemplo que en Finlandia, hubo una semana en un año específico donde murieron casi 100 personas de esa extraña manera... sin dejar huella. Sin nada que explicase su muerte. Simplemente se acostaban, se dormían... pero no despertaban. O no despertaban acá, simplemente.

Conseguí juntar nombres, fotos de algunos incluso, pero la información era bastante escasa y en verdad no se publicitó mucho el asunto y bueno, además era Finlandia... y si saben un poco de Finlandia... bueno. Finlandia. La tierra del fin., diría el políglota de Viva el lunes.

Pero el caso es que siempre fue un tema que me apasionó. Los rostros de esas fotos. Los ojos de esos rostros. No solo los de esos muertos en Finlandia si no todas esas fotos de gente desaparecida... ¿no se les da algo en especial?

¿Se han fijado en las expresiones? ¿o en los ojos? Hay algo que tienen y que la verdad no sé expresar muy bien en palabras... pero está en todos ellos. Se nota.

Quizá por eso siempre que avancé en este proyecto, y que incluso llegué a término alguna vez, sentí que realmente había algo que no había nombrado, y debía volver atrás, revisar, intentar comprender. O aceptar, pienso ahora.

Sí, aceptar. Y es que en mis fotos de niño o en la expresión de mi hijo, siento que hay un algo de esos rostros. En mi caso creo que el peligro ya pasó -el peligro o la oportunidad, ya no supe-, pero en el caso de mi hijo, es distinto. Pero más allá de lo concreto que es perder a alguien, -o del miedo a que esto suceda-, cada vez tengo más certeza respecto aque hay algo que estas personas encuentran, algo que ven, un camino en medio de todo que los demás no alcanzamos a percibir.

Un túnel que está ahí y que no vemos. Un túnel que comienza en esas miradas y que no sabremos dónde va... al menos que los sigamos... y supongo que pocos se atreven a eso.

¿Que hay que encontrarlos?

¿Que hay que traerlos de vuelta?

...

¿De vuelta a qué?

¿Para qué?

Dejadlos ahí en El extravío.

Respetad su pérdida.
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