lunes, 27 de enero de 2025

Destejer.


Compra fardos de ropa usada. A muy bien precio, según dice. Me explica que no son prendas cualquiera, sino fardos especiales, con ropa exclusivamente para destejer. Como me ve dubitativo aclara en primer término que el concepto existe: destejer. Y que significa justamente lo que dice. Luego detalla el proceso. En resumen es esto: separar las piezas que componen la prenda, encontrar el nudo final y luego simplemente tirar de la lana y destejer. Me gusta tanto o más que tejer, confiesa. Ella desteje y luego teje durante diez horas diarias hace al menos quince años, así que yo confío en su experiencia. Hace ropas sencillas, según dice, por encargos. Y aclara que le alcanza para vivir bien. No se refiere solo al dinero, por cierto, sino al trabajo mismo que realiza. Destejer es clave para vivir bien, dice entonces. Además hago lo mismo con todo. Metafóricamente, por supuesto. Te observo a ti, por ejemplo y descubro donde tienes tus nudos. Luego te destejo, mientras hablamos o simplemente observo. Sin apuro, solo para volver todo un poco más sencillo. No siempre es fácil, es cierto, pero ya estoy acostumbrada. Yo asiento mientras ella habla. Sinceramente asiento. De hecho, tras escucharla, me siento un poco destejido. Por un momento pienso en preguntarle dónde tengo mis nudos, pero luego decido que no, que destejernos es algo que debemos hacer por nosotros mismos. Poco después, antes de separarnos, ella me entrega un pequeño ovillo de lana. Es de un tono que nunca he visto antes, algo cercano al turquesa. Tú sabes para que es, me dice cuando me lo entrega. Luego nos despedimos. Ella sonríe y yo agradezco. Nos viene bien.

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