lunes, 20 de enero de 2025

Bajo el agua.

"Es una serpiente, a fin de cuentas,
quien te cuida mientras duermes".
O. W.

De pequeña, mientras se bañaba, se sumergía bajo el agua en la tina que había en la casa de su abuela. Podía hacerlo durante largo rato, según recuerda, aunque todo ocurrió hace tanto tiempo que ahora duda de la exactitud de su memoria. Además, cuando ha intentado mantenerse bajo el agua en piscinas o hasta en un lago, el tiempo que aguanta no solo es común, sino que incluso bajo. Todo esto, por cierto, ella me lo contó mientras desayunábamos en una casa que habíamos alquilado, cerca de una playa. La casa era antigua y espaciosa y tenía justamente una tina similar a la que había en casa de su abuela, cuestión que la había llevado a recordar lo que narraba anteriormente. Tanta importancia tomó aquello que unas horas después ella ya había llenado la tina y se estaba sumergiendo, pidiéndome que le tomara el tiempo que podía resistir bajo el agua. Resumiré diciendo que al tercer intento yo mismo la obligué a salir del agua pues ya habían pasado más de tres minutos. Se veía muy alegre, cuando se lo dije. Como si de golpe hubiese comenzado a sentirse orgullosa no solo del hecho concreto de aguantar la respiración bajo el agua, sino también de haber confirmado la veracidad de un recuerdo de infancia, con el que ahora parecía conectada. Es exactamente igual, me dijo, entusiasmada. Como si el tiempo que pasé fuera del agua se hubiese borrado de golpe y hubiese salido después de haberme sumergido siendo niña. Yo asentía, mientras la observaba. Me gustaba verla alegre, pero también me preocupaba pues no recordaba haberla visto antes de esa forma. Entonces me pidió que la dejara sola, que quería hacerlo un par de veces más, que no me preocupara. Que en quince minutos iba a estar vestida y podíamos retomar todo. Quince minutos y vuelvo a la vida fuera del agua, creo que dijo. Reclamé un poco hablándole de la oxigenación y cosas así, pero realmente no sabía de qué hablaba. Por lo mismo, opté finalmente por cerrar la puerta y dejarla ahí, en la tina, bajo el agua. Después de todo, me dije, vivir es un acto reflejo. No debo preocuparme de nada. Y esperé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales