domingo, 15 de septiembre de 2019

Un hombre toca la armónica.


Un hombre toca la armónica en las afueras de una iglesia, en Nápoles.

Nunca he estado ahí, pero lo veo en fotos que tienen exactamente 42 años de diferencia.

El hombre aparece en el mismo lugar, con la misma ropa y da la impresión -aunque no puedo asegurarlo por la calidad de la primera imagen-, de no haber envejecido en lo más mínimo.

Como me intriga el tema y tengo insomnio busco en internet otras imágenes del lugar.

Solo una de las que encuentro ofrece el mismo ángulo, y en ella descubro también al mismo hombre, con la misma ropa, tocando la armónica.

La iglesia, por cierto, es aquella en que se encuentra la sangre de San Genaro. Esa que supuestamente se licua tres veces por año, desde hace más de seiscientos.

Leo un par de cosas sobre aquello y luego vuelvo a perseguir al hombre de la armónica.

Sin embargo, no encuentro más imágenes ni referencias a pesar de que busqué por horas.

Dejé de hacerlo cuando noté que amanecía y entonces me preparé un café y salí un rato al patio.

Hacía frío, pero tenía el café y además cantaban los pájaros.

Pensé entonces que, si lograba dormir alguna hora, durante el día, probablemente soñaría con el hombre de la armónica, con la iglesia en Nápoles y con la sangre de San Genaro.

No podía pronosticar, en todo caso, si ese sería un buen o mal sueño.

Finalmente, el sol terminó de aparecer y yo me moví para recibir la luz mientras tomaba mi café.

La luz, por cierto, traía consigo un poquito de calor, completamente gratis.

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