miércoles, 11 de septiembre de 2019

Supongamos (B & J)


-Supongamos que la encuentro -dijo B.-, supongamos que todo ocurre como en esas novelas de las que nos burlamos… Supongamos que entre un montón de seres con olor a tierra de pronto la descubro, y ella se revela entonces con olor a agua… No digo que eso sea bueno, necesariamente, pero me interesa imaginarlo de esa forma… marcar la diferencia, digamos…

-Pues no sé… -interrumpió J.

-Espera un poco… -siguió B., amable-, ahora supongamos que el olor a agua nos atrae… olor a agua limpia, por supuesto, olor de agua en movimiento… y supongamos que por alguna razón comenzamos a pensar que todo aquello es bueno… que ese olor es algo así como un manantial que sirve de respuesta a una pregunta que todos, alguna vez, nos formulamos… y  claro, suponemos entonces que ella ha sido siempre aquello que buscamos… y vamos de esta forma a su encuentro…

-Pues no sé… -volvió a señalar J.

-Pero supón que sabes -dijo B.-, supongamos por un momento que la vida es eso… que la vida se trata de olores, me refiero, y que la tierra está bien, pero está quieta… y supongamos que ella llega de pronto y tiene olor a agua… ¿qué crees que pasa…?

-…

-Recuerda suponer que tienes sed, por supuesto… ¿qué es lo que pasa?

-Es que en verdad no sé -dijo J., buscando todavía una respuesta-. Eso es mucho suponer…

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