domingo, 29 de septiembre de 2019

Esos hombres.


Hablo por teléfono con un amigo. Vive en China hace seis meses. Hace dos fue testigo del ataque de un hombre con un machete. Ocurrió en el metro. En una estación muy concurrida. Un hombre bastante mayor que cargaba un largo morral sacó desde dentro el arma y se abalanzó sobre un grupo personas, en su mayoría ejecutivos jóvenes que esperaban que el tren se detuviera. El hombre fue hasta ellos gritando, con el machete en alto, levantado sobre su cabeza. Sin embargo, como comenzó su carrera varios metros antes y además se veía débil, el hombre pareció cansarse casi de inmediato y se detuvo agotado, frente a los hombres, que habían intentado cubrirse. Aparecieron en ese instante dos guardias que se lanzaron sobre el hombre y lo redujeron con aparatos que daban golpes eléctricos, dejándolo inconsciente. El machete rodó por el suelo y quedó cerca de donde estaba mi amigo. Luego llegaron otro par de guardias y un policía que ayudó a trasladar el cuerpo hasta un sector más lejano de la estación. Mi amigo dice que observó el machete y que parecía muy viejo. Tenía una empuñadura gastada, de madera, y una hoja gruesa en la que ni siquiera se apreciaba un buen filo. Mientras lo seguía observando las puertas del metro comenzaron a cerrarse así que mi amigo se apresuró a entrar. El machete seguía tirado, cuando avanzó el tren, sin que nadie se acercara a tomarlo. Respecto a los gritos del hombre, por cierto, me dijo que no entendió nada. Y que nadie en general entiende nada, pues esos hombres suelen usar un dialecto que ya casi está en desuso. No sé bien a qué se refería cuando dijo esos hombres.

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