martes, 24 de julio de 2018

Trofeos.


Su casa estaba llena de trofeos que había ganado en el karaoke.

Trofeos pequeños, por supuesto, sin mayor valor monetario.

Y es que lo cierto, es que si no hay premios de por medio, ella no canta.

Da lo mismo la importancia, pero ella explica que necesita algún porqué.

No se trata sin embargo de incentivos, pero hay cosas que si se hacen exclusivamente por sí mismas –me explica-, se desgastan.

Entonces da una serie de ejemplos que culminan con el ejemplo del karaoke.

Luego, con calma, me va explicando el tiempo, lugar y circunstancias en que ganó aquellos trofeos.

Y me sorprende, por cierto, que recuerde cada uno de los 117 trofeos que tiene en casa.

Más de 10 por año, me dice orgullosa, mientras va apilándolos en un rincón.

Más de la mitad de los trofeos son de un mismo local, que hace concursos dos veces por mes.

El resto son de lugares variados.

Por otro lado, no le interesa intentar cantar de forma seria.

Y claro, tampoco participar en concursos más grandes.

Con este tipo de trofeos está bien, me dice, mientras me explica.

Con eso me basta, reitera, y eso es lo importante.

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