jueves, 5 de julio de 2018

El perro de mi vecino se mordió la cola.


I.

El perro de mi vecino se mordió la cola.

De tanto intentarlo y dar vueltas en su patio, hoy día lo vi lograr su cometido.

Apretó sus mandíbulas y atrapó la cola, aunque la soltó prontamente tras gruñir por el dolor.

Entonces, tras un momento de duda volvió a perseguirla y dar vueltas hasta atraparla.

Esta vez, sin embargo, el perro apretó y tironeó su propia cola sin soltarla en ningún momento.


II.

Primero pensé en grabarlo, pero luego desistí y me apiadé del perro.

Fui hasta la casa de mi vecino y traté de llamar al animal, pero no me hacía caso.

De hecho, tras varios minutos, no soltaba su cola y le corría por el hocico un hilo de sangre.

Fue entonces que llamé a mi vecino para que viese a su perro.

Dieciséis veces toqué el timbre.

Luego salió.


III.

Mi vecino observó a su perro y luego me observó a mí.

La situación se me hizo tan incómoda que sentí que era yo el que me mordía la cola.

Le expliqué lo de su perro, pero no pareció preocuparse.

-Atrapó su cola –dijo simplemente-. Ahora ya no es su cola.

-¿A qué se refiere? –pregunté yo.

Pero el vecino no respondió.

Mientras se entraba yo decidí finalmente volver a mi casa.

Mientras caminaba, descubrí que un pequeño hilo de sangre caía también, desde mi boca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales