sábado, 7 de julio de 2018

Seis peces de colores.


Como el reglamento de la empresa no era específico le debieron permitir ir a su trabajo con sus peces de colores.

Tenía seis, en un acuario que ayudábamos a bajar desde su auto día a día, hasta colocarlo en una mesa, junto a su escritorio.

Fue el gerente, de hecho, quien nos informó al respecto.

-Parecerá extraño, pero en la normativa se permite –nos dijo-. Se prohibían las mascotas, pero no fuimos específicos sobre los peces de colores. Ya lo consultamos con un abogado y recomendó dejarlo así. De todas formas no creo que sea un problema. Al dueño incluso le hizo gracia.

Dos semanas después de aquel anuncio, siete trabajadoras del piso tres y cuatro del dos, ya habían llevado acuarios similares.

Incluso el supervisor del piso cuatro llevó uno con caballitos de mar, y alentó a los suyos a marcar diferencia con los pisos más bajos.

Un mes después, por lo mismo, ya resultaba imposible contar los acuarios y se debieron habilitar lugares especiales para dejarlos durante la jornada de trabajo.

Asimismo, el tiempo para subir dichos acuarios y alimentar a los peces fue negociado por el sindicato y hasta se amenazó con ir a huelga cuando la empresa propuso descontar los exiguos diez minutos que se habían solicitado para el ítem de alimentación.

Fue entonces que llegaron de un canal de tv y la empresa decidió no solo dar los diez minutos sino colaborar con los alimentos y construir salas acordes, implementando acuarios fijos para que los trabajadores que quisieran pudiesen dejar sus peces en la empresa y no llevarlos y traerlos desde casa, día a día.

Fue el propio dueño quien salió en tv dando estas noticias y la empresa subió sus ventas, casi de inmediato.

Por lo mismo, en los meses siguientes, otras empresas similares no quisieron ser menos y alentaron a los suyos a tener iniciativa propia.

Aparecieron entonces las empresas con iguanas, erizos de tierra y hasta hurones, en las que el proceso se desarrolló de forma similar, aunque la tv les fue prestando cada vez menos atención ya que se avecinaba el mundial de fútbol y –a no ser que uno de esos animales vaticinara resultados-, no tenían ya la menos gracia.

Poco después, un abogado especializado explicó que la prohibición de estas mascotas habría sido posible desde un primer minuto, y llamo a reunión a los distintos gerentes para proponerles representarlos en conjunto, proponiendo una nueva interpretación.

Así se hizo.

La situación legar era engorrosa, por lo que los trabajadores prefirieron aceptar las condiciones, apenas iniciado el juicio.

Además, muchos de ellos habían comprendido que se trataba de una responsabilidad agobiante, el atender a sus mascotas cada jornada.

Como recuerdo, sin embargo, cada empresa decidió incorporar a su logo aquella mascota mayoritaria que tuvieron sus trabajadores.

Así fue como empezó.

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