miércoles, 31 de enero de 2018

El gran cero.


-Yo no hablo de una religión de esas -me dijo, mientras me sujetaba de un brazo-. Yo le vengo a ofrecer una religión distinta. Una que prepara para la nada… para la muerte… para el cero.

-¿Y no todas hacen eso? –pregunté.

-No –me contestó-. Las religiones que usted conoce lo preparan para la vida, finalmente… No para esta vida, tal vez, pero sí para una después de la muerte…

-¿Y usted está seguro que yo no conozco una religión de las que usted ofrece?

-Yo no ofrezco una de un grupo o un tipo… -intentó aclarar-. Lo que yo le ofrezco es algo único… singular…

-Singularmente oscuro, querrá decir –le corregí-. Usted me ofrece en el fondo una forma de morir… una manera singular de cerrar los ojos…

-Una razón más para creer en no lo que le ofrezco –insistió-. Acaso no ha escuchado… la visión más oscura es siempre la correcta…

-…

-Por otro lado –continuó-, no creo que nadie pueda ofrecerle una forma de morir, como usted dice, esas son cosas que no se eligen… yo simplemente le ofrezco poder prepararlo para la nada… una religión cuyo único dios es la ausencia final de todo…

-¿El gran cero? –pregunté.

-Sí –me dijo-. El gran cero. Veo que usted nos conoce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales