domingo, 7 de enero de 2018

Ese asunto.


I.
Yo apunto el ventilador a donde me da la gana, me dijo. Entonces, de improviso, llamó a la enfermera y le informó que me iría en dos minutos y que procurara dejarme fuera, pues quería descansar. Yo no quise discutir, pero tampoco disimulé mi molestia. Por lo mismo, le pregunté a la enfermera por el uso de ese tipo de ventilador en el cuarto y ella dijo que lo retirarían enseguida, para mayor seguridad. Él entonces gritó y amenazó con arrancarse los cables que tenía conectados si se llevaban el ventilador, pero la enfermera lo ignoró completamente y salió del lugar. Yo aproveché de salir, también, en ese instante.

II.
Ya afuera del cuarto, la enfermera me dijo que no me preocupara por su comportamiento, y recalcó que era normal ese tipo de actitud después de lo que había vivido. Además,  comentó que a veces era mejor transar con algunas cosas con los pacientes antes de provocar mayores dificultades. Yo estaba de acuerdo con aquello, obviamente, pero el ventilador no me parecía una cosa negociable así que insistí con el tema hasta que ella le pidió a un joven que sacara el ventilador del cuarto. Segundos después regresaron los gritos. Y cayeron cosas. Y me fui del lugar.

III.
En total él estuvo internado durante seis meses. Dos antes del incidente del ventilador y cuatro posteriormente. Dejé de verlo una semana antes de que lo dieran de alta, cuando supe que estaría bien. Yo era el responsable de contarle sobre las muertes en el accidente, pero finalmente no fue necesario. Después de todo, nunca preguntó por los otros así que debe haberlo adivinado. Con el tiempo supe que dejó el trabajo y se fue a vivir al norte, cerca de Iquique. Creo que cultiva aceitunas. Los que murieron están enterrados en el mismo cementerio, aunque en lugares distantes. Creo que esperaré todavía un par de años, antes de terminar con ese asunto.

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