lunes, 22 de enero de 2018

Una máquina que (no) funciona.


-Me compré una máquina que no hace nada –me dijo-. O tal vez hace algo que no percibo, no sé. O sea, funciona el botón de encendido y se ilumina una luz, pero con el otro no sé… lo apretó y no percibo nada…

-¿Tiene solo dos botones? –pregunté.

-Sí, dos…

-¿Y para qué te la compraste si no sabías?

-No sé… se veía grande, bonita… además la cambié por puntos, no era dinero real…

-¿Y por qué no la llevas a la tienda y preguntas?

-Porque me da vergüenza, no sé… -contestó-. A veces pienso que es una especie de máquina placebo… que en realidad no hace nada, pero uno puede pensar que hace algo… entibia el ambiente, o lo enfría, o purifica el aire…

-Pues tal vez el problema no esté en la máquina –le dije.

-¿Y entonces?

-No sé… Tal vez el problema está en las cosas que hacemos y no hacemos… O en eso que no sabemos que hacemos, que no se percibe… como con la máquina… -intenté explicar.

-No entiendo… ¿Qué el botón no sea un botón, dices tú…?

-Olvídate de eso. No pienses en la parte, me refiero… piensa en la máquina… piensa incluso que tú eres esa máquina…

-¿Quieres que sea empático para que la entienda? –preguntó.

-Te hablo en serio… Piensa que si eres esa máquina… al menos deberías simular que funcionas… que tienes alguna función…

-¿Aunque no sirva para nada?

-Claro… haría un ruido… no sé… Para que no me destruyan, al menos… Sí… Yo haría eso si fuese una máquina…

-Si fueras una máquina funcionarías… el problema es mi máquina…

-Bueno, si fuera esa máquina fingiría que sirvo para algo, más allá de una simple luz y un botón placebo…

-¿Y cómo se hace para simular que sirves para algo? –volvió  a preguntar.

-¿Cómo máquina?

-No... como humano –me dijo-, como uno que no funciona y finge que funciona…

-Pues mira… -le dije-. Así:

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