viernes, 5 de enero de 2018

Ni fueron felices ni comieron perdices. (Variaciones)


I.

Él y ella no son felices.

Entonces comen perdices.

Él le cocina a ella.

Ella le cocina a él.

La cocción no es buena en ambos casos.

Tampoco la elección de las especias.

Por si fuera poco, el corazón de las perdices es chicloso y tiene un dejo amargo.

Él y ella no son felices.


II.

Ella y él son felices.

Y para reafirmarlo comen perdices.

Tanto comen y de tantas formas que al final les atosiga.

No es exacta la palabra, pero así es como lo dicen.

En principio culpan al chef.

Luego a las perdices.

Finalmente al clima.

Su felicidad no estaba en duda, pero se tensiona.

Tal vez los agobia.

Quizá los atosiga.

No es exacta la palabra, pero así es como lo dicen.

Ella y él no son ahora tan felices.


III.

Él y ella son felices.

No lo saben, pero son felices.

Lamentablemente, lo descubrirán cuando no lo sean.

Entonces comerán perdices.

Y mientras coman recordarán el pasado en el que fueron felices.

Y lamentarán su antigua ignorancia.

Así, recordando, recuperarán su felicidad poco a poco, pero sin notarlo.

Es decir, él y ella volverán a ser felices, y volverán a no saberlo.


IV.

¿Y las perdices?

Obviamente no son felices.

Ella y él las comen, mas no obtienen provecho.

Esa es la maldición de las perdices.

Lo que no se tiene no puede compartirse.

Él y ella nada saben, al respecto.

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