domingo, 28 de enero de 2018

Unos niños rompiendo vidrios.


Por estas calles pasan unos niños rompiendo vidrios, de vez en cuando.

O rompiendo ventanas, más bien.

Es el único problema que tenemos.

Me refiero a que no hay robos, ni violencia, ni grandes problemas de droga, por ejemplo.

Solo tenemos a esos niños.

Creo que son tres.

Yo los vi correr una vez, tras romper los vidrios de un vecino.

Llamamos a la policía esa vez, pero no  quisieron venir.

Y es que dos veces ya habían venido, pero no se toman en serio lo de los vidrios.

Además nunca hemos tenido un herido y nadie puede describirlos de manera clara.

Algunos vecinos pusieron cámaras y hasta se consideró la posibilidad de contratar guardias, pero después de todo es más barato volver a comprar vidrios.

De hecho, creo que a nadie le ha tocado todavía dos veces.

A mí, de hecho, ni siquiera me ha tocado.

Por lo mismo, a veces siento que sospechan de mí, o de los pocos que quedamos con los vidrios intactos.

Tanto es así que incluso he considerado romper mis ventanas.

Quebrar mis propios vidrios, como dice una canción no hecha de los Dug Dug´s.

Espero no hacerlo, de todas formas.

Además, es posible que me toque esta semana, o tal vez la próxima.

Saber cuándo es el único problema real que tengo.

Cambiar los vidrios es sencillo, después de todo.

Puedo permitírmelo, digamos.

Puedo permitírmelo.

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