¿Ves a esos chicos de ahí…? Pues yo prefiero decírtelo
sin desvíos: todos ellos están sin terminar. Igual que esos Hospitales que
nunca inauguran, o las casas que han sido abandonadas por las constructoras.
Todos ellos quedaron sin terminar. Y a pesar de todo, se trata de una condición
menos mala de lo que suena. Me refiero a que uno, por ejemplo, está condenado a
ser un producto terminado. Mal terminado, si se quiere, incluso. Pero claro, el
punto aquí es señalar que ya no tenemos mucho qué hacer... Qué hacer con
nosotros mismos, me refiero. Tal vez una ampliación, tal vez remodelar de vez
en cuando alguna zona… Pero se trata siempre de trabajar al interior de un
círculo que ya ha sido cerrado. Y es que no nos queda otra... Los chicos esos,
en cambio (la generación de esos chicos sin terminar, mejor dicho), bien
podrían guardar la esperanza, al menos… No tengo claro qué tipo de esperanza ni
de qué, si soy sincero, pero esa falta de fin bien podría ser de cierta forma
una posibilidad… No me refiero a que cuestionen y reflexionen sobre esa no terminación (creo que fue Wingarden
el que señalaba irónicamente que “aquel que los hacía” probablemente se marchó,
antes de terminarlos), pero creo que es urgente que sean conscientes de sus
propias carencias para no llegar a la muerte, incluso, con esa falta de “terminaciones”.
De todas formas, tampoco digo que ellos tengan la culpa de algo… Y es que acá
no se trata de culpas. Sinceramente no es eso. Pero el punto –metafóricamente hablando,
por supuesto-, es que se van a llover esos chicos sin terminar. Les va a entrar
el viento…
¡Qué envidia, su situación…! si se piensa.
¡Qué envidia…!
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