"No se muera vuesa merced, señor mío,
sino tome mi consejo, y viva muchos años;
porque la mayor locura que puede hacer
un hombre en esta vida
es dejarse morir, sin más ni más,
sin que nadie lo mate... No sea perezoso."
Mi hijo se enoja porque derrotan al Quijote.
Un poco en broma y bastante en serio lo escucho
alegar porque le ganó el caballero de la blanca luna.
¿Tantas
páginas para esto?, alega.
Entonces yo aprovecho de recordarle el prólogo a la
edición que está leyendo.
Un prólogo cuya primera línea decía que el quijote
era el libro humorístico más importante de todos los tiempos.
Esto no es
humorístico, dice mi hijo.
Y yo me alegro que lo diga.
Como sigue ofuscado aprovecho de hablar un poco más
sobre el tema.
¿Y por qué
debería haber ganado? , le pregunto.
O sea, era
viejo, débil… ¿por qué…?
Porque es el
Quijote, me contesta, como si fuese obvio.
Por eso.
Luego sigue leyendo y llega al final.
Entonces se narra el regreso.
Ahora sí la gran tragedia.
El vivir loco y morir cuerdo.
Veo a mi hijo que está serio y me fijo que lee esas
palabras de Sancho.
Esas en que lo insta a seguir, a irse de pastores…
a que si algo falla le eche la culpa a él…
Pero claro, Alonso Quijano permanece firme.
No puede terminar
así, vuelve a decir mi hijo.
Para peor luego vienen las últimas palabras que
exigen que no se agregue nada más a la historia.
Que el Quijote está muerto.
Que nadie lo resucite.
Y hasta se ensucia extrañamente a Sancho diciendo
que se fue calmando un poco, a causa de la herencia.
Pero esto no puede ser,
vuelve a alegar mi hijo.
Hace unas líneas Sancho le decía
al Quijote que no se dejara morir, que morir así era renunciar a la vida.
¿Será el mismo autor el que
escribió eso?
Y claro, yo me lo pienso.
Y empiezo a tratar de situar dónde está realmente la tragedia.
¿En la renuncia del Quijote?
¿En la negación de algo que creemos?
¿En el cambio de aquello que existe bajo nuestros discursos?
Esas cosas pienso mientras me acerco a leer nuevamente el final y le
propongo a mi hijo que debe ser reescrito.
Como es otra generación él lanza en Facebook su enojo.
Yo me alegro un poco, claro, entre tanta tragedia.
Ojalá no te olvides nunca de esto, hijo.
Si algún día eres grande y lees esto.
Ojalá no seas como ese hueón del prólogo que dice que el Quijote es el
libro humorístico más grande.
Y es que cuando olvidamos qué son las tragedias y las intentamos vivir
como comedias, dejamos de ser nosotros mismos.
No te olvides nunca de este enojo, pequeño.
Ese enojo eres tú y soy yo, al mismo tiempo.
Así es como el Quijote triunfa, a fin de cuentas.
No te olvides de eso.
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