Es simple matemática.
En pocos años nos vamos a llenar de muertes de
famosos.
Antiguamente, a razón de unas cuántas estrellas de
cine y uno que otro rostro televisivo, las cuentas eran tranquilas.
Un famoso o dos por año, nada más.
Si hasta daba tiempo para rendirles homenaje y
realzarlos brevemente por un período limitado.
Ahora, en cambio, con cientos de canales promedio
por cada familia, con internet, con la industria cinematográfica que ha seguido
aglutinando nombres desde hace mucho… el asunto se acerca poco a poco hacia el
colapso.
Así, por ejemplo, ya no se podrán vender productos
asociados a las muertes.
Nada de calendarios, poleras y hasta toallas con
los rostros del famoso muerto.
Pronto todo eso será tan imposible que deberemos
incluso escoger a qué famoso llorar… por quién sentir algo de lástima, y claro…
también tendremos que elegir al que simplemente dejaremos morir, con
indiferencia…
De esta forma, quizá surja el momento para comenzar
a venerar a la muerte, sin más.
Poleras genéricas, calaveras indistintas… fotos de
muertos grupales, me refiero.
Y claro, mirar directamente el rostro de la muerte,
sin intermediarios.
Y es que no habrá tiempo siquiera para hacer noticia
de sus muertes.
Sus cuerpos se irán apilando.
Igual que los productos asociados que no alcanzarán
siquiera a venderse.
Entonces, habrá que quemar todo junto.
Y claro, habrá que tener cuidado pues el fuego se
propaga hoy, fácilmente.
Es simple matemática, si se piensa.
Simple matemática.
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