martes, 24 de marzo de 2015

El ojo del hombre distorsiona.


Ocurre que en verdad el universo es pequeño.

Pero el ojo del hombre distorsiona.

No sabe voltearse el ojo del hombre y todo lo ve con dimensiones alternas.

Admira la grandeza y cree que sus manos no la alcanzan.

Su comprensión toda es un error de perspectiva.

El universo entero está pintado en sus párpados.

Cuánta confusión.

Finalmente, todo se reduce a un único chispazo.

Todo cabe en una chispa.

Poca razón tiene entonces el hombre, cuando mira a las estrellas.

Poca razón cuando cree que el sol está fuera de sí mismo.

Así el hombre, finalmente, es también una cadena de túneles no transitados.

Igual que esas supuestas ciudades antiguas.

Debajo de sus venas existen galerías subterráneas.

En uno de sus puños cabe el odio del mundo.

En su otro puño existe encerrada la libertad más plena.

Parece extraño, pero es cierto:

Poco sabe el hombre de su propia profundidad.

Poco sabe de sus soles y galaxias.

Poco sabe de su propia dimensión.

¡Y todo por un error de perspectiva…!

Voltee mejor sus ojos, el hombre.

Cambie de dirección su mirada.

Diríjase a su abismo.

Ni siquiera le exigimos que descubra el centro.

Pero indague.

Por favor, indague.

Apague la luz.

Renuncie al mundo.

Poco sabe el hombre, de sus propias galaxias.

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