Vemos un programa de lucha libre con mi hijo.
También comemos helado de limón.
-¿Te imaginas si la lucha libre fuera de verdad? –dice
mi hijo.
-¿Cómo…?
-Si en vez de fingir o exagerar algunos golpes todo
eso fuera en serio y no estuviese más o menos arreglado…
-¿Si se golpeasen en serio?
-Sí. Eso y el show y las palabras y la actitud…
-Pues si se golpearan en serio esas peleas no durarían
tanto…
-Pero eso también les quita algo... como que son
buenas, pero… no sé… No se las puede tomar tan en serio.
-Pero eso pasa con muchas cosas…
-Sí po, pero yo digo de las peleas…
-…
-¿Te imaginas si fuera al revés?
-¿Cómo…?
-Sí todo menos esas luchas fueran… no sé… el
espectáculo…
-No te entiendo.
-Si ese fuera el mundo serio y el de nosotros fuera
el exagerado…
-¿Y quiénes serían los espectadores?
-Los luchadores po… como que ellos nos vieran vivir
y se emocionaran a veces con nosotros, pero fuera como algo falso…
-¿Y no se nos pudiera tomar tan en serio?
-Sí po… y ellos verían raro que nosotros usáramos dinero,
o nos preocupáramos por una nota roja o los pololos que pelean…
-¿Te sacaste un rojo?
-No… no es eso… me imaginaba lo otro no más…
-…
-…
-¿Ya empezaste a leer el Quijote, cierto?
-Sí…
-¿Más helado de limón?
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