A algunos les parece injusto.
A mí no.
Es decir, a mí todo me parece injusto, así que esa injusticia
viene a ajustarse a la norma, nada más.
Me refiero al asunto ese del “último gol gana”.
¿Se acuerdan…?
Tu equipo pierde por diez goles y de pronto llega
esa chance.
Se escucha así la propuesta del milagro: ¡último gol gana!
Y claro, todos llegan al máximo en ese instante,
incluso los que van ganando y ya han demostrado todo.
Un par de faltas, reclamos… la luz que se extingue.
Y por supuesto, el gol.
Así, puedes entonces irte del partido y sentir que
ganaste.
Borrar el recuerdo de los diez goles de desventaja,
me refiero.
Y claro… no hay mucha diferencia, con otras situaciones
que implican este mismo formato.
Por otro lado, si eras tú el de los diez goles de
ventaja, bien puedes aprender como Ciro, o patalear sin rumbo ante la pérdida
de aquello que creíste, anticipadamente, un triunfo.
Y es que todo debe perderse, finalmente, como dice
la canción.
O al menos, todo debiera arriesgarse.
Piénsalo un poco.
Arriésgate.
Apuesta incluso tu propio equilibrio.
Quien logre pararse en el centro del universo será
Dios.
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