viernes, 4 de octubre de 2013

Sueño.


Sueño con un temblor que abre la tierra.

De la tierra sale un perro que enterré hace un par de años.

Aparece un poco maltrecho, así que lo sacudo y me preocupo de arreglarlo.

Él se deja, como antaño.

Entonces vuelve la tierra a estremecerse y uno de mis pies se atasca en una nueva abertura.

Tiro de él, pero no logro zafarme.

Así, pasa el tiempo hasta que comienza a oscurecer.

Y oscurece.

El perro que salió desde abajo, está conmigo, a un metro de distancia.

Me mira como reprochando algo.

Y claro, yo lo miro para que entienda que no.

Y es que no tiene nada que reprocharme, al menos en el sueño.

Entonces vuelve a temblar, pero el suelo está quieto.

Vuelve a temblar, pero es en algún sitio extraño, que no identifico.

La tierra se abre y se cierra, en distintos sitios.

Mi pie se suelta un poco, pero no se libera.

El perro, entonces, me ayuda a tirar del pie y liberarlo.

Y es que  se trataba de un buen perro.

De hecho, luego de un poco de cariño vuelve hasta su grieta.

Lo hace como si fuera necesario… o al menos, esa es la sensación que transmite.

Me mira una última vez antes de volver a desaparecer.

La tierra tiembla, incluso, antes de apagarse.

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