“Es preferible no viajar
con un hombre muerto”
Henry Michaux
-Estaba de espaldas –me dijo-. Estaba de espaldas,
sobre la hierba y justo sobre mí estaba el sol.
-Ya –dije yo.
-Entonces, no sé bien por qué –continuó-, empecé a
imaginar que el sol era algo así como la llama de una vela… una vela próxima y
chiquita… ¿me entiendes?
-Sí.
-Pues bien… fue sin pensarlo casi, pero justo en
ese instante, intenté soplar al sol…
-¿Soplarlo?
-Claro… ya te dije que yo pensaba que era como la
llama de una vela…
-Es cierto.
-Y bueno… soplé al sol… suavecito…
-¿Y?
Ella pareció dudar por un momento.
-Puedo contártelo, pero no lo vas a creer –dijo entonces.
-Inténtalo igual –dije yo.
-De acuerdo… -continuó-, pues ocurrió que soplé…
suavecito y sin esperar mucho… y el sol se apagó…
-¿Se apagó?
-Sí, como la llama de una vela… y fue como si una
ola de frío y de oscuridad me hubiese envuelto de golpe…
-Espera… ¿estás diciendo que soplaste el sol y que
todo se volvió oscuro y frío?
-Sí… eso mismo…
-Mmm…
-No espero que me creas, pero sucedió… y era una
oscuridad y un frío que se quedaba pegada a una, mientras se sentía que todo alrededor
sufría las mismas consecuencias…
-¿Y entonces?
-Sé que lo dices irónicamente, pero voy a contestar
igual… -me dijo-. Pues lo que ocurrió fue eso… todo alrededor comenzó a
enfriarse… a morir un poquito…
-¿A qué te refieres con todo? ¿Todo incluso yo, por
ejemplo…?
-Pues sí, todo -aseguró ella-. Incluido tú.
-Pero yo estoy vivo… -alegué-. Ya ves que se cae tu experiencia.
-No se cae. Lo que pasa es que el frío y la
oscuridad confunden… y a veces no se asimila tan pronto…
-¿Qué quieres decir? –pregunté entonces.
-Que estás muerto. Que todos estamos muertos. Que
esto es como esos nueve minutos en que la luz sigue llegando si es que se acaba
el sol… solo que no son nueve minutos y que es un fenómeno propio…
-¿Propio?
-Sí. Propio. Un sol que se niega a apagarse en cada
uno… y con una duración distinta hasta enfriarnos.
-Y entonces luego que el último se enfríe…
-El ultimo apaga la luz –dijo ella, interrumpiendo.
-Mmm…
-Igual puedes no creerme –terminó ella, sonriendo-. Así es más
fácil.
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