jueves, 3 de octubre de 2013

Ligeros cambios.


La última vez que vi a mi vecina ella era colorina. Luego me contaron que se tiñó el pelo y que se fue a Italia. Después vi una foto en la que tenía el pelo de un tono cercano al verde.

Nunca habíamos hablado mucho de ella, pero extrañamente siempre que me juntaba con algunos amigos terminábamos hablando de ella.

-Supe que anduvo en Marruecos –decía uno.

-Yo supe que estaba viviendo con un comerciante en Turquía –decía otro.

-Yo le vi una foto con un camello –decía un tercero.

Y claro… yo, que supuestamente era el más interesado, no tenía nada que agregar a sus informaciones.

Así, sucedió que poco a poco comenzaron a juntar las fotos que ella publicaba y un día me sorprendí con un álbum lleno de imágenes impresas que mis amigos me habían regalado.

-Tú lo valorarías más que nosotros –dijeron.

De esta forma, me quedé con un álbum repleto de fotos, y asombrado de ver cuántos cambios de colores y de look, había hecho ella en cada sitio.

Creo que conté 14.

En eso estaba, recuerdo, cuando en medio de un nuevo orden que quería darle a aquellas imágenes, encontré un pequeño espejo.

Y bueno… en el pequeño espejo encontré también una pequeña imagen, y descubrí una cosa:

Mi cabello también había cambiado.

Entonces, quise contarles a los otros, pero no di con ellos.

¡Qué sorpresa…!

Si hasta las monedas de oro, incluso,
revelaron no ser más,
que trozos de metal amarillo.

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