jueves, 6 de octubre de 2011

Se está quemando el granero.

.
.

I.

Despierto sobresaltado porque pienso
que se está quemando el granero.

Sin embargo,
luego recuerdo que no tengo granero.

Así,
amanezco entonces
nuevamente…
un poco más tranquilo.


II.

Como verán
a veces es una ventaja
no tener granero.

No tener nada.

No guardar nada.

No cuidar nada.

Vivir sin bolsillos,
en resumen;
con la bodega vacía
y el corazón sin resguardo
para esos años de vacas flacas.


III.

Son lindas las vacas flacas.

De hecho,
es un mito que sufran hambre,

si incluso alargan su vida
pues nadie las quiere comer
en ese estado.

Así,
los toros silban
y se agitan
cuando ellas,
pasan contorneándose
como modelos.

Con todo,
-y como no soy toro-
no me excitan las vacas flacas,
aunque debo reconocer
que me enternecen.

Así,
pienso en ocasiones
que algo similar
a una vaca flaca
vive en mi interior.

Y claro…
puede que coma poco,
pero al menos siempre
se alimenta de pasto nuevo.


IV.

Debe existir una razón
para que se quemen los graneros.

Lo malo es que nadie la comparte.

¿Recuerdan las imágenes
en las películas de antaño…?

Todos corriendo con baldes,
desesperados,
intentando apagar un fuego
que siempre termina imponiéndose…

¿Para qué luchar,
entonces,
en vez de aceptar simplemente
aquel regalo?

Y es que pienso,
debe existir una especie de dios liberador,
un pirómano celestial
que tras quemar tus resguardos
te deja a solas
contigo mismo…

Es una bendición extraña,
por lo tanto,

y hay que agradecerla.


V.

¡Oh gran Pirómano Celestial…!

¡Quemador de cadenas…!

¡Prometeo postmoderno…!

Ven y quema todo
lo que puede ser quemado…

¡Libéranos del mundo!

¡Quémanos los párpados…!

De tener granero sería tuyo,
oh gran Pirómano Celestial…

Soy sincero…

E inflamable...


VI.

Una biblioteca no es granero.

O si lo es
es un granero que siempre
está en llamas.

Así,
todo en la biblioteca se quema
y se renueva,
constantemente.

Quizá por eso,
concluyo,
se produce también el desorden eterno
de mis libros.


VII.

He estado aprendiendo
a no despertar sobresaltado.

Y es que con o sin granero,
incluso,
no debiese haber
diferencia alguna.

Así,
el fuego debiese arrasar con todo
lo que está fuera
de nosotros mismos.

Con todo,
a veces siento que en mi corazón
existe un pequeño lago
incombustible
y fresco.

Y claro:
ese lago reconforta tanto
como el fuego…
y ambos,
además,
parecen transmitirnos
el mismo mensaje:

¿Entiende usted dicho mensaje?

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