lunes, 31 de octubre de 2011

Encuentro con la gran calabaza, o cómo se contenta a un espantapájaros.

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I.

Sé ser desagradable. Practiqué muchos años y podría decirse incluso que me gradué con honores. No necesito estar borracho ni haber tenido un mal día. Es cuestión de disponer de cierta forma el discurso y estar atento para descubrir qué cosas molestan a los otros. Eso al menos en primera instancia.

Una cosa que molesta a algunos es por ejemplo que uno se vaya por las ramas.

¿Conocen esa expresión?

Quiere decir que uno promete hablar sobre un tema y luego va alejándose poco a poco de aquello que prometía ser el centro. Me acuerdo que tenía un tío que hacía eso. Se llamaba Luis, y era hermano de mi madre.

Él me enseñó que otra cosa que molesta es que uno trate al otro como un tonto, y le vaya explicando las cosas paso a paso. Me refiero a que aunque se trate de algo sencillo uno comience a dar ejemplos y haga caso omiso de la capacidad de comprensión que tiene el receptor. De esta forma, si yo les contara a ustedes, por ejemplo, por qué no deben tildarse, los monosílabos –salvo excepciones-, comenzaría a explicar paso por paso las resoluciones de la RAE (que es la que decide oficialmente qué se hace con estos temas) hasta que ustedes se sientan tratados como seres carentes de ejercicio sináptico (eufemismo para referirme a la falta de inteligencia).

Pero claro… no quiero hablarles de técnicas ni elucubraciones varias. Pues mi interés aquí es más sencillo, y consiste en hablarles sobre la gran calabaza, muy de moda por estos días.

¿Y es que saben…? Hoy me encontré una gran calabaza. Estaba en un terreno donde cultivan flores y donde además se encuentra un espantapájaros.

No sé, sin embargo, si se trata de la Gran Calabaza –la original, me refiero-, pero sin duda era un interlocutor válido.

-No se atreva a acercarse –me dijo la calabaza-. No estoy lista aún y el espantapájaros está triste.

-¿Y qué tiene que ver que el espantapájaros esté triste…? –pregunté yo.

-¿Y qué tengo que ver yo con Halloween y ya ve como me despedazan…? –alegó ella, mientras se le quebraba la voz y el espantapájaros sonreía.

Dicho esto la calabaza se volteó y el espantapájaros volvió a su expresión indolente.

Y claro, yo comencé a pensar en lo fácil que era alegrar a un espantapájaros y en que la calabaza encontrada era un tanto difícil de tratar, con lo que mi pensamiento se volvió neutro y equilibrado, como la vida de las flores plásticas.


II.

Sé tanto ser desagradable que a veces hasta resulto agradable. Lo sé porque me lo han dicho y porque he indagado al respecto, con buenos resultados.

Quizá es por eso que nunca he logrado por mí mismo sacarle una sonrisa a algún espantapájaros.

Y es que a los espantapájaros le molestan las contradicciones.

En cambio, de las calabazas uno al menos puede obtener una sonrisa a base de cuchillos, con lo que se empareja el tema.

Con todo, debo reconocer que sigue siendo el ser humano común, el mayor de mis desafíos.

Y es que no me quedan claras las ventajas de ser agradable o desagradable con mis semejantes, y esto me lleva constantemente a un estado de desesperación que se ha ido transformando, con el tiempo, en algo así como una rutina.

Así y todo, cuando me toca enfrentar a personas por las cuales estoy sintiendo un profundo afecto –y no crean que esto sucede muy a menudo-, cualquier tipo de diferencia entre ser agradable o desagradable desaparece y la torpeza viene entonces a ocupar el sitio de honor, y provocar algunos desajustes.

Pero bueno, hablar de mis torpezas sería en el fondo comenzar a hablarles de otra historia, y podrían pensar ustedes que con eso yo comienzo a irme por las ramas… y claro, yo querré entonces explicar y ustedes sentirán que los trato como si fuesen estúpidos... Y a fin de cuentas en ambos casos habré terminado ofendiéndolos.

Por eso -no porque sean estúpidos sino justamente por no quererlos tratar como si lo fuesen-, es que dejo hasta acá este texto, y me dispongo mejor a dormir, después de excesivas horas de vigilia…

¿Entendieron aquello que quería decirles…?

Eso espero.

1 comentario:

  1. Creo que lo mejor es ser tú mismo.

    Fiel a ti mismo.

    Lo que te haga feliz.

    Conozco gente que se olvida de ella misma por agradarle a los demás y gente que sólo piensa en sí misma y que no le importa agradarle a los demás.

    En mi opinión, ambas son miserables, pero creo que es más feliz la segunda.

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