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“No se puede amar a una sola persona
Sin amar al mundo completo”
André Bretón.
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“No se puede amar a una sola persona
Sin amar al mundo completo”
André Bretón.
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Algo me está pasando. Lo sé porque me he empezado a preocupar más de algunos seres vivos.
No de los humanos, sin embargo, pues ya bastante se preocupan ellos de sí mismos.
Es decir, siempre me han importado “los seres vivos”, no digo lo contrario, pero en estos últimos días he llegado a extremos insospechados.
Con todo, no hablo aquí de gatos, perros o pajaritos… que para eso –aunque no los suficientes-, ya hay varios interesados en este mundo.
Y es que hay que preocuparse por otros… por los olvidados…
...
-¿Y dice usted que le salió una mosca en la sopa? –me pregunta la encargada del casino.
-Sí –le digo- una mosca embarazada.
Le enseño entonces la mosca rescatada y en plena labor de parto, y hasta podría asegurar que la veo agonizar y encargarme a las pequeñas larvas…
-Entiendo la molestia por su sopa –me dice la encargada-, pero… ¿no estará usted abusando de la sensibilidad?
-¡¿Abusar de la sensibilidad…?! –grité indignado, y hasta con una lágrima en un ojo-. ¡¿Eso es lo único que le ocurre decir cuando una joven madre agoniza luego de haber caído en su trampa mortal…?!
-¿Se refiere a la sopa?
-Por supuesto… no evada responsabilidades…
-No lo hago –interrumpe ella, con una falsa calma-. Pero mis responsabilidades son con el cliente no con una mosca.
-¿Aunque ella se encuentre embarazada?
La mujer me mira entonces como si yo hubiese sido otra mosca que revoloteara cerca de ella.
-¿Cuál es el punto al que llegar? –me dice finalmente-. ¿Quiere armar un escándalo…? ¿O quiere dinero… popularidad?
-Por supuesto que no… ¡no quiero ni dinero, ni sexo, ni popularidad…! –le aclaro.
-Yo no ofrecí sexo.
-Eh… ¿No?
-No.
-Bueno… lo que planteaba es que de todas formas no habría aceptado.
Tras hacer una pausa (supongo que decepcionada), la mujer sigue.
-Mire, lo único que puedo ofrecerle son un par de comidas gratis… o sanitizar el lugar… sacar todas las moscas de este espacio, me refiero…
-¿Quiere usted provocar un genocidio?
-¿Qué?
-Un genocidio, se trata de…
-Sé lo que significa… pero no creo que sea aplicable a las moscas.
-¿No cree que sea aplicable a las moscas?
-Sí –dice algo molesta-. Eso dije.
-Ah… así que eso dijo… -le digo un tanto irónico.
Luego ella hace una última pausa, mientras yo, por mi parte, no encuentro nada que agregar.
-Hagamos algo –dice ella-. Usted piensa bien qué es lo que quiere, y me lo plantea mañana.
-¿Y si quiere algo para las moscas?
-¿Qué moscas?
-Las hijas desamparadas.
-¿Habla en serio?
-Sí, siempre.
-Mmm… pues tráigame un proyecto escrito sobre aquello que usted cree podría compensarlas, si eso es lo que desea.
Entonces yo asentí. Y me llevé a las larvas.
Ahora estoy haciendo el informe sobre las compensaciones, por lo que deberé dejar esta entrada hasta aquí, y simplemente adjuntarles algunas imágenes.
Otro día les cuento sobre la implementación, si se da el tiempo.
No de los humanos, sin embargo, pues ya bastante se preocupan ellos de sí mismos.
Es decir, siempre me han importado “los seres vivos”, no digo lo contrario, pero en estos últimos días he llegado a extremos insospechados.
Con todo, no hablo aquí de gatos, perros o pajaritos… que para eso –aunque no los suficientes-, ya hay varios interesados en este mundo.
Y es que hay que preocuparse por otros… por los olvidados…
...
-¿Y dice usted que le salió una mosca en la sopa? –me pregunta la encargada del casino.
-Sí –le digo- una mosca embarazada.
Le enseño entonces la mosca rescatada y en plena labor de parto, y hasta podría asegurar que la veo agonizar y encargarme a las pequeñas larvas…
-Entiendo la molestia por su sopa –me dice la encargada-, pero… ¿no estará usted abusando de la sensibilidad?
-¡¿Abusar de la sensibilidad…?! –grité indignado, y hasta con una lágrima en un ojo-. ¡¿Eso es lo único que le ocurre decir cuando una joven madre agoniza luego de haber caído en su trampa mortal…?!
-¿Se refiere a la sopa?
-Por supuesto… no evada responsabilidades…
-No lo hago –interrumpe ella, con una falsa calma-. Pero mis responsabilidades son con el cliente no con una mosca.
-¿Aunque ella se encuentre embarazada?
La mujer me mira entonces como si yo hubiese sido otra mosca que revoloteara cerca de ella.
-¿Cuál es el punto al que llegar? –me dice finalmente-. ¿Quiere armar un escándalo…? ¿O quiere dinero… popularidad?
-Por supuesto que no… ¡no quiero ni dinero, ni sexo, ni popularidad…! –le aclaro.
-Yo no ofrecí sexo.
-Eh… ¿No?
-No.
-Bueno… lo que planteaba es que de todas formas no habría aceptado.
Tras hacer una pausa (supongo que decepcionada), la mujer sigue.
-Mire, lo único que puedo ofrecerle son un par de comidas gratis… o sanitizar el lugar… sacar todas las moscas de este espacio, me refiero…
-¿Quiere usted provocar un genocidio?
-¿Qué?
-Un genocidio, se trata de…
-Sé lo que significa… pero no creo que sea aplicable a las moscas.
-¿No cree que sea aplicable a las moscas?
-Sí –dice algo molesta-. Eso dije.
-Ah… así que eso dijo… -le digo un tanto irónico.
Luego ella hace una última pausa, mientras yo, por mi parte, no encuentro nada que agregar.
-Hagamos algo –dice ella-. Usted piensa bien qué es lo que quiere, y me lo plantea mañana.
-¿Y si quiere algo para las moscas?
-¿Qué moscas?
-Las hijas desamparadas.
-¿Habla en serio?
-Sí, siempre.
-Mmm… pues tráigame un proyecto escrito sobre aquello que usted cree podría compensarlas, si eso es lo que desea.
Entonces yo asentí. Y me llevé a las larvas.
Ahora estoy haciendo el informe sobre las compensaciones, por lo que deberé dejar esta entrada hasta aquí, y simplemente adjuntarles algunas imágenes.
Otro día les cuento sobre la implementación, si se da el tiempo.
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