miércoles, 3 de julio de 2019

¿Las razones?


¿Qué quieres que te diga…?

¿Las razones?

Pues las razonas son tan profundas que no las veo.

En otro tiempo… tal vez, lo hubiese hecho…

Pero ahora me encuentras mayormente en la superficie.

Flotando en mí mismo.

En la superficie de mí mismo.

No miento con esto.

No evado otro tipo de respuesta.

Lo que ocurre es simple:

Desde aquí no veo, las razones.

No las percibo, siquiera.

Aunque deben existir, por supuesto.

En la profundidad de uno.

Como esos extraños peces abisales.

Lo que te digo es cierto.

Las respuestas son tan profundas que no las veo.

Y yo he abandonado esa profundidad, desde hace tiempo.

No por cobardía.

No por miedo.

Pero no alcanzaba a salir, por ejemplo, cuando me requería la superficie.

Tal vez tú también sepas de eso.

En mi caso, al menos, me he cuestionado mucho sobre el lugar correcto.

El sitio donde establecerse en uno mismo.

Desde donde hablar, sin ir más lejos.

Y claro, sin decidirme del todo, deambulo por la superficie.

Y la voz se desordena y los signos se alinean torpes, como puede verse en este texto.

¿Así y todo quieres que te diga las razones…?

Porque si lo quieres o no, igualmente yo no puedo.

Creo que ya lo dije un par de veces:

Las razones son tan profundas que no las veo.

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