jueves, 13 de junio de 2019

Se arrienda pieza para hombre solo.


Recuerdo haber visto, de pequeño, muchos anuncios que decían lo mismo. Se arrienda pieza para hombre solo. Yo veía los anuncios y me atraía un poco lo que había detrás. La historia de ese alguien que arrendaba el cuarto, en principio, aunque luego comencé a imaginar únicamente al hombre solo. Como un individuo específico, digamos, no como un personaje tipo o algo así. Aclaro que yo era poco más que un niño en ese entonces y no me identificaba en lo absoluto con el hombre solo. Al mismo tiempo, sin embargo, debo reconocer que me atraía sobremanera la figura de ese posible individuo. Ese hombre al que de cierta forma su soledad le bastaba. Eso y arrendar una pieza, claro, aunque ni siquiera era él quien la buscaba. Me refiero a que nunca vi un anuncio en que fuera el hombre quien buscara habitación. Y es que el hombre solo estaba bien así, sin pedir nada. Tal vez por eso en mi imaginación se me antojaba como un hombre fuerte. Totalmente desligado de los otros y hasta del mundo, dentro de lo posible. Mi imaginación, al menos, lo construyó así. Apareció entonces en mis sueños y en mis primeras historias. No como un personaje central, pero siempre estando ahí, a un costado, sin necesidad de unirse directamente con las acciones principales. Por ese entonces, recuerdo que yo dibujaba mis historias y alguna vez quise hacer una sobre el hombre solo. Lo intenté varias veces, pero finalmente la historia se redujo a una sola viñeta. Un solo dibujo donde se veía de espaldas al hombre solo, en un negocio, mirando el papel que anunciaba que se arrendaba una pieza, justamente para él. En el dibujo había más gente, pero yo sabía que el importante era aquel hombre, aunque ni siquiera estaba al centro de la imagen. Era un buen dibujo, según recuerdo. En blanco y negro. Un poco sucio. No recuerdo qué ocurrió con él.

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