lunes, 10 de junio de 2019

Quemad los poemas de amor.


Quemad los poemas de amor.

Sin dudarlo, arrojadlos al fuego.

Sin releerlos.

Sin hacer excepciones.

Quemad los poemas de amor.

Nada hay de cierto en ellos.

Hablan de ciudades que hoy son ruinas.

Cantan bellezas transformadas en huesos.

Quemad los poemas de amor.

Sobre todo, los que tienen rima.

Dos veces quemad los asonantes.

Triple fuego para los consonantes.

Quemad los poemas de amor.

Rociadles bencina.

Cuidad que no se apaguen las brasas.

Avivad el fuego.

Quemad los poemas de amor.

Sáquense de encima ese peso.

De existir el amor es ciertamente otra cosa.

Y de ser otra cosa, no necesita un mismo lenguaje.

Quemad los poemas de amor.

Llevadlos al fuego y no los remplacéis por nuevos.

Aleja tus palabras de esas pretensiones.

Y déjalas también, descansar en la ceniza.

Quemad los poemas de amor.

Dejad tal vez alguno que hable de los hombres.

De la comprensión de los hombres, más bien.

O de la posibilidad de comprensión de los hombres.

Quemad los poemas de amor.

Y si os sobra fuego buscad algo más que merezca ser quemado.

Daría más ideas, pero confío en tu templanza.

Que no quede verso sobre verso en la ciudad del poema.

Quemad los poemas de amor.

Pero no queméis el amor, quemad solamente el poema.

Prended fuego al que ama al individuo y no a la humanidad.

Que arda su egoísmo, su vanidad y hasta su aparente encanto.

Quemad los poemas de amor.

Quemad los poemas de amor.

Por favor, quemadlos.

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