viernes, 1 de marzo de 2019

Profundamente vacías.


Detente, me dijo, pero siguió avanzando.

Piensa que todo el camino que avanzas lo tendrás que hacer de vuelta.

La gente olvida que debe regresar, ¿no crees?

En principio pensé que lo decía por el cansancio, pero luego habló un poco más.

Seguimos caminando.

Los lugares, continuó.

Los verás dos veces.

Con otra luz si volvemos tarde, pero los verás dos veces.

Yo no entendía de qué hablaba.

Incluso pensé que podría afectarle la altura.

Por otro lado, no estaba cansado y quería seguir, así que preferí no hacer comentario alguno.

Hay lugares que no son para ver dos veces, agregó.

Aunque sea con otra luz.

Y te parezcan distintos.

Hmmm, murmuré, por cortesía.

Hay gente incluso con esa característica, siguió.

Tal vez ahora mismo estés pensando que yo soy una de esas personas…

No contesté.

Avanzamos así durante dos horas más.

De vez en cuando hablaba de algo que parecía tener cierta profundad, pero yo prefería no escuchar.

De hecho, mientras caminaba, pensaba en que sus palabras podían estar, en realidad, profundamente vacías.

¿Crees que es correcta la expresión “profundamente vacía”?, le pregunté entonces.

Era lo primero que decía desde hacía varias horas así que supongo que causé cierta sorpresa.

Y claro… tal vez en venganza, no contestó.

Poco después descansamos un rato y comenzamos el descenso.

Como iba delante no me di cuenta cuándo se separó, pues recién al llegar a la base me di cuenta que estaba solo.

No sé qué más agregar al respecto.

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