Conocí a una chica que se llama Bradbury.
Bradbury Josefa F. S.
No le creí hasta que me mostró un documento.
Entonces ella me contó que sí, que sus padres la
habían llamado así en honor a Ray.
Fue una larga historia, pero bastante predecible,
al fin y al cabo.
Entonces, nos pusimos a hablar del escritor,
mientras íbamos a pescar.
Ella tenía equipo y estábamos cerca de un lago, así
que acompañé.
Ella contó que le gustaba todo lo de Bradbury salvo
un cuento que odiaba profundamente.
En ese cuento un grupo de trabajadores va a quemar
la casa de un gran lord, como parte de una revolución.
Sin embargo, tras llegar a la casa, el lord habla
amablemente con ellos y le terminan dando una prórroga.
Además, el lord los convence de que salven unos
cuadros que estaban en el lugar.
El ocaso de
los dioses, unos desnudos de Renoir, algún Rubens, gigante.
Así, los que iban a incendiar la casa se toman un
día para llevar esos cuadros hasta sus casas.
Con grandes dificultades intentan hacerlo, pero
todos terminan devolviendo los cuadros.
No entraban por la puerta, los desnudos traían
problemas con la esposa, El ocaso de los
dioses no podían cargarlo, pues se hundían en un pantano que estaba cerca
de la casa, por el peso.
Y claro, de vuelta en casa del lord él vuelve a
tratarlos amablemente.
Les sirve un trago, lamenta lo sucedido con los
cuadros, conversa con ellos sobre trabajo.
Entonces, los que iban a incendiar la casa vuelven
a colocar los cuadros y deciden no quemar la casa, y dejar las cosas tal cual.
De hecho, en la última acción del cuento, el lord
les pide a los hombres que acomoden mejor un cuadro, que había quedado un poco
torcido.
¡Cobardes de
mierda…! Grita entonces Bradbury Josefa.
Luego guarda silencio y seguimos pescando.
Tres horas seguimos pescando.
Pescamos dos latas de atún, finalmente.
Mientras las comíamos, Bradbury Josefa dijo que
quemó la casa de sus padres.
Yo no le creí, sin embargo, pues no tenía
documentos para probar aquello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario