viernes, 3 de enero de 2014

Siberia.

“Pero otros, gente frívola incapaz de descifrar
el enigma de la vida, enseguida se aburren
y se preguntan con nostalgia por qué fueron allí.”
F. D.


I.

Un año después de separarse de Marian, Vicente concreta su anhelado viaje a Siberia. Juntó las vacaciones de dos años, el dinero de los bonos de la empresa y compró de segunda mano las ropas más resistentes al frío que encontró. No avisó a nadie sobre el lugar de su destino. Por último, se propuso no sacar fotografías ni comprar recuerdo alguno.


II.

En total fueron 25 los días que Vicente estuvo en Siberia. En este tiempo, visitó la prisión donde estuvo Dostoievski, hizo una excursión a las cercanías del lugar donde había caído un meteorito y escribió una carta por día para Marian, con quien no se comunicaba desde hacía casi 4 meses, cuando ella lo llamó brevemente para saludarlo por su cumpleaños.


III.

En ninguna de las cartas que Vicente escribió para Marian se hacía referencia a Siberia. En una, eso sí, Vicente comentaba algo que aprendió en aquel lugar. Específicamente, mencionaba que los presos destinados a trabajos forzados no comunitarios (cavar hoyos y taparlos, cambiar piedras de lugar) sufrían el triple de suicidios que los destinados a trabajos comunitarios con sentido establecido.


IV.

Las 25 cartas de Vicente, fueron escritas de forma meticulosa. Esto, ya que cada una reducía en treinta palabras el contenido de la carta anterior. Así, de una carta inicial de 700 palabras escrita el día de la llegada, el largo descendía hasta una última de apenas 30, escrita por Vicente minutos antes de iniciar su vuelo de regreso.


V.

Pocos días después del regreso de Siberia, Vicente fue hasta el departamento de Marian y comenzó a deslizar, bajo la puerta, cada una de las cartas que había escrito durante sus vacaciones. Lo hizo tranquilamente y de forma pausada, respetando el orden de escritura y sin manifestar ningún tipo de sensación o sentimiento en particular, mientras lo hacía.


VI.

Las cartas deslizadas bajo la puerta de Marian quedaron ahí por cuatro días. Pasado este tiempo, la corredora de propiedades mostró el piso a una nueva arrendataria. Respecto a las cartas, fue la misma corredora quien las devolvió al remitente.

Meses después, Marian y Vicente se encontraron en un supermercado. Se saludaron brevemente y siguieron su camino.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales