miércoles, 29 de enero de 2014

Palomas mensajeras.



Todos me advierten que no lo tome en serio.

No lo escuches mucho, me dicen. Es buen tipo, pero la cabeza le anda mal.

Entonces, con cierto cuidado, yo lo observo.

Está cerca del lago, mirando al cielo.

Me acerco unos pasos. Lo saludo.

¿Ves esa paloma?, me dice. Yo la entrené, está llevando un mensaje.

Es un loro, le digo. Un loro tricahue, parece.

Él se calla por un momento.

Cuando las entrenas son palomas, explica. Los loros no sirven para llevar mensajes.

Yo asiento.

Esa de allá también es de mis palomas… y esa otra también, más chica, agrega.

Yo observo un zorzal y una especie de gorrión verde.

¿Todas llevan mensajes?, le pregunto.

Todas. Responde. Siempre.

Vemos pasar otros pájaros.

Palomas mensajeras, diría él.

¿Y dónde llevan el mensaje?, pregunto.

A todos lados… no hay destinatario específico, señala.

Yo me refería a dónde llevan ellas el mensaje, aclaro. Dónde lo portan… ¿Amarrado en una pata…?

En todo el cuerpo, dice él. Pero no amarrado.

Yo lo miro sin entender.

Ellas son el mensaje, agrega. Vuelan, se llevan a sí mismas… te muestran el mensaje

¿El mensaje que son ellas mismas?, pregunto.

Exacto, contesta.

El mensaje que son ellas mismas.

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